domingo, 16 de marzo de 2008
Parálisis del sueño
Te está sucediendo de nuevo. Estás atrapado, y lo peor es que, apenas te diste cuenta, fue inevitable saber lo que vendría, como todas las otras veces. Un deseo desesperado de salir de allí, y al mismo tiempo la convicción plena de que habría que esperar, que recorrer una vez más el camino tortuoso, tratando de hablar primero, de gritar después, de incorporarte, de moverte. Engañándote, creyendo que por fin lo habías logrado, para advertir enseguida que no, que eso sigue tirando hacia abajo, hacia adentro, con la respiración dificultosa porque la boca no puede hacer otra cosa que aspirar el aire con un sonido ronco y dejarlo escapar del mismo modo, con la sensación de que los párpados te pesan, sin poder ni siquiera girar sobre tu costado, ni usar los brazos para protegerte, ni abrir los ojos y tener la certeza de que eso que vas a ver no forma parte, también, del sueño.
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