jueves, 6 de septiembre de 2012

El arte de resignarse

Reconozco que nunca hice un curso del Arte de vivir, así que todo lo que diga está basado en lo que vienen diciendo todos estos días en la radio y en la televisión. No pongo en duda los beneficios de respirar bien (tampoco pagaría para aprender), pero me llama la atención una frase del gurú, que se traduce en castellano como “si sucede, conviene”. O yo estoy un poco lela, o me afectó el tiempo (el del clima y el del reloj), o eso es una invitación a algo tan conocido como la resignación. Es el destino, decían antes los viejos y los no tan viejos.

Con solo haber estudiado historia universal en la escuela secundaria, cualquiera conoce algo del viejo sistema de castas de la India. No puede haber una filosofía más reaccionaria. Tenés que quedarte en la casta en la que naciste, aunque seas el pordiosero más despreciable del mundo. Y encima, te tiene que gustar. Si sucede, conviene. Y si tuviste la suerte de ser uno de los elegidos que fue procreado en alguna de las castas más altas, vivilo con felicidad y ojo con sentir culpa. Si sucede, conviene.

Si tus hijos son víctimas de los que venden paco en las villas y viven entrando y saliendo de la cárcel, si tienen diecisiete años y la salud de un octogenario, si te aumentaron el pasaje de subte y tenés que tomar cuatro colectivos para ir a trabajar, si estás internado en el Borda y te quieren sacar el taller protegido para hacer un negocio inmobiliario, resignate. Si sucede, conviene.

Por algo será, dijo una señora cuando el cronista le preguntó en la calle qué le parecería propinarle esta frase, por ejemplo, a un amigo que tiene cáncer. La transmigración de las almas sostiene que, si uno fue un ser despreciable en una vida anterior, se reencarnará en un desgraciado. Se lo tiene merecido. O sea: si sos un minusválido, es por tu culpa; aceptalo y viví feliz. Siempre y cuando puedas pagar un curso del Arte de vivir.

No cabe dudas sobre a quiénes tuvieron que convencer primero estos “gurúes”: a sí mismos. Tuvieron que convencerse de que merecían tener una buena vida, viajar, contar con miles de adeptos que trabajan gratis para ellos en todo el mundo, hacer negocios suculentos con gobernantes y empresarios, y todo eso, mostrando todo el tiempo una sonrisa imbatible ante cualquier circunstancia, no importa cuántas injusticias se les pongan delante de las narices. Porque frente a la injusticia, muchos eligen actuar, hacer algo para cambiar las cosas; y eso es política. Pero estos “maestros”, no: ellos quieren dejar todo así como está, y eso también es política. De acá a la India.

El Arte de vivir enseña a respirar bien, pero al mismo tiempo enseña a resignarse. ¿No suena a viejas recomendaciones de la iglesia?

Me parece bien no enroscarse todo el tiempo en posibles males futuros, me parece bien vivir el presente y disfrutarlo; pero sin perder de vista los proyectos, los ideales, la lucha por un mundo más justo y equitativo. Eso significa conflicto, obstáculos a vencer, pelea, cuestionar el individualismo.

Si tenés una buena vida, privilegios y comodidades, el santón que se llama a sí mismo Sri Sri te ayuda a sentir que te lo merecés, aunque para conseguir todo eso hayas dejado a unos cuantos al costado del camino. Si, en cambio, sos uno de esos que quedaron ahí tirados y no podés levantar cabeza, no hagas nada más que esto: respirá profundo, relajate y gozá.