lunes, 31 de marzo de 2008

Interferencias

Hay demasiada realidad afuera.

Partitura

No sé casi nada de música, pero me alegro de estar capacitada para disfrutarla. Además, suelo pensar que hay música en todo: especialmente en la escritura. Cuando leo algo que me gusta, por lo general descubro que “suena” bien. Y ése es uno de mis mayores afanes a la hora de escribir. Tanto en la página como en mi cabeza, las palabras y las frases tienen que sonar bien, tienen que tener un ritmo, un color, un tono. El contenido, a veces, es un pretexto. Lo importante, casi siempre, es decir lo que sea lo más musicalmente posible, y que llegue a los ojos y a los oídos de los demás con la fluidez de una buena melodía.

viernes, 28 de marzo de 2008

Como se debe

Lleva una doble vida. De día trabaja para mantener a su familia en una actividad creativa pero agotadora, ganándose hasta el último centavo. Paga los impuestos, ayuda a su mujer con las tareas de la casa, participa activamente en la educación y el cuidado de los hijos. Todas estas conductas le ganan el repudio de la sociedad. De noche, en cambio, da rienda suelta a sus impulsos más hostiles y salvajes. Se emborracha, comete todas las infracciones que puede, insulta a cuanto ciudadano se le cruza, inicia pleitos. De este modo recupera un poco de la estima que todo el mundo espera de sus congéneres, y puede, por fin, irse a dormir en paz, con la conciencia tranquila.

jueves, 27 de marzo de 2008

Podría ser el que está a tu lado

Para ganarse la vida mientras seguía desarrollándose como el gran músico y compositor que llegó a ser, Dvorak (1841 - 1904) tocaba el violín en una pequeña orquesta de baile. Como él, muchos de los que luego fueron prestigiosos artistas, algunos geniales, tuvieron esos comienzos humildes, ocupando espacios en tareas para las que no era necesaria ni la mitad del talento que tenían. Algunos, por otro lado, seguramente nunca llegaron a tener fama ni prestigio, aunque sí la chispa de genialidad necesaria. Imagino que esto sigue y seguirá ocurriendo, y es así como todos podemos darnos el lujo de tener a nuestro lado, en el tren o en el ascensor, codeándonos con ellos como si fueran del montón, a personas que deberían ser extraordinariamente notables y reconocidas por todo el mundo.

Y nada más

Hay ocasiones en la vida en las que nada se compara con un buen vaso de cerveza negra.

miércoles, 26 de marzo de 2008

Investigación

Sí, señor inspector, ya hemos reunido unas cuantas pruebas, pero venga, acérquese antes de que se lleven el cuerpo, espere que atiendo una llamada, ah, sí, muy bien, es lo que imaginaba, como le decía señor inspector, la víctima adoptó una posición muy particular, para nada natural dadas las circunstancias en que fue acuchillada, fíjese, como si supiera, seguramente conocía bien a su agresor, es que si usted mira bien, ahí, frente a usted, el brazo, sí, el brazo extendido, le parece raro verdad, y sobre todo vea la mano, ya empieza a perder el rigor mortis pero el índice, sí, es fundamental el tema del índice rígido, señalando, está diciéndonos algo, ¿no es cierto?, porque es como si quisiera indicarnos quién es el asesino, y no hay forma de negarlo, se ve perfectamente por su expresión, señor inspector, su cara de espanto y a la vez de culpa, es que su rostro lo delata tanto como el dedo de la víctima, señor inspector, y vea usted, casi se puede percibir en la boca del cadáver, como un rictus, si usted observa bien, una leve sonrisa, mientras dos oficiales se le acercan a usted por detrás, señor inspector, y le colocan las esposas para llevárselo.

lunes, 24 de marzo de 2008

Domingo de Pascua

Once personas (todas interesantes), en una variada proporción de adultos maduros, adultos jóvenes y niños. Cinco perros cariñosos. Seis gatos, algunos de ellos muy cariñosos. Pájaros. Insectos. Arácnidos. Batracios. Es muy difícil tener pensamientos propios en medio de semejante explosión de vida. ¿Escribir? Imposible, casi diría innecesario.

sábado, 22 de marzo de 2008

Lenguaje secreto

La tormenta provocó algunos desarreglos temporales en la red eléctrica. Pero esta vez fueron de una brevedad y una intermitencia poco usuales. Es por eso que, en algunas casas, la luz se corta por cinco segundos para volver por tres minutos, al término de los cuales se interrumpe de nuevo por ocho segundos y vuelve. Así durante un par de horas, en las que algo parece estar expresándose a través de un anticuado código Morse (¿o se trata de lenguaje binario?) que nadie logra descifrar.

viernes, 21 de marzo de 2008

Acoso

Están ahí, sé que están. Como en las otras noches de tormenta. Como aquella vez que entraron y tuve que pasar la noche con la luz encendida, los ojos abiertos y los músculos tensos, en un doloroso estado de alerta. Ya me cercioré de que las ventanas estuvieran cerradas. De noche no hay que dejar ni una rendija abierta. Ningún resquicio por donde puedan colarse y atravesar mis espacios volando con esas improbables alas de mamífero. Sí, ya sé, contribuyen al equilibrio ecológico. Sí, ya sé, comen insectos en pleno vuelo. Todo lo que quieran. Pero no en mi casa. Por eso, al caer la noche cierro todas las ventanas. Algunas, las que tienen mosquitero, pueden quedar abiertas. Pero no las noches de tormenta. No cuando soplan esos vientos que los vuelven locos y los obligan a huir espantados, en bandadas como si fueran golondrinas, rechinando en el aire polvoriento. Y no tengo que verlos. Si los veo, ya no podré dormir tranquila. Porque entonces sabré que están ahí, aferrándose a los marcos de mis ventanas, unos sobre otros, tratando de protegerse. Pero anoche los vi. Sombras oscuras planeando a la luz de la luna. Uno de ellos se aferró al mosquitero justo cuando yo pasaba por allí. Y no me digan que son ciegos, porque esta vez, definitivamente, no era yo la que intentaba mirar. Él me miraba a mí.

jueves, 20 de marzo de 2008

Los ojos del amor

–Estás hechizado –dijo la bruja.
–Estoy hechizado –dijo el hombre –y ahora te hechizaré a ti.
Y le dio un beso a la bruja, y la bruja se transformó en una hermosa doncella que lo mantuvo hechizado por el resto de sus días, mientras todos se preguntaban qué le habría visto un hombre tan apuesto a semejante adefesio de mujer.

miércoles, 19 de marzo de 2008

Transformaciones

Salgo a caminar. Más bien, salgo obligada por una serie de pagos que debo hacer. Si pudiera, me quedaría en casa. Camino. Hace calor. Sigo caminando, como si tuviera algún sentido. Me dicen que uno de los pagos no me lo pueden tomar, que tengo que ir a otro sitio, no lejos de allí pero en la dirección contraria al lugar donde vivo. Tengo esa sensación, como de no estar centrada, o como de que todo lo que estoy haciendo no es suficiente. Decido ir en ese mismo momento a esas oficinas de pago. Vuelvo a caminar. Paso por un puesto de flores y oigo unos acordes. Es el florista, que toca muy bien la guitarra. Me detengo un instante. Lo señalo con un dedo y digo “Delicado”. “¡Sí!”, me dice, “¿cómo se dio cuenta?”. Esto ya me predispone de otra forma. Tomo un camino que no recuerdo haber hecho a pie antes. Y entonces, algo empieza a funcionar distinto. Las imposibilidades se vuelven sólo dificultades. Veo casitas en las que me imagino que podría vivir perfectamente, por ejemplo. Y sobre todo, sin pagar expensas, como en un departamento (este tema es una de las preocupaciones más constantes de los últimos tiempos). La gimnasia cerebral (tomar otro camino) y las endorfinas de la caminata me despejan, y construyo realidades posibles. Estoy mejor; cansada pero con ganas de seguir caminando. Paso de largo por el edificio donde vivo, unos cien metros. Suspendo los diarios del fin de semana. Compro una planta. Ahora sólo me falta vender.

martes, 18 de marzo de 2008

Exorcismo

Luces de candilejas. Amanecer de verano. Cielo estrellado. Naranjas maduras. Reflejos dorados. Espuma brillante. Nácar en la arena. Blanco perlado. Amarillo limón. Plata pulida. Esmeraldas facetadas. Sol de mediodía. Luna llena. Piedras mojadas. Metal esmaltado. Arroyo de montaña. Cristal tallado. Lumbre de hogar. Joyas fulgurantes. Rostros luminosos.

(Este blog estaba empezando a ponerse un poco oscuro.)

lunes, 17 de marzo de 2008

Agobio

Como una espada de Damocles. Como una obligación. Como una deuda. Como un compromiso indeseado. Como una promesa. Como un emplazamiento. Como un término de entrega. Como un trabajo sin cumplir. Como una fecha de caducidad. Como un tiempo límite. Como una tarea pendiente. Como un trámite a punto de vencer. Como una prórroga. Como un plazo que expira. Como una roca sobre los hombros.

domingo, 16 de marzo de 2008

Parálisis del sueño

Te está sucediendo de nuevo. Estás atrapado, y lo peor es que, apenas te diste cuenta, fue inevitable saber lo que vendría, como todas las otras veces. Un deseo desesperado de salir de allí, y al mismo tiempo la convicción plena de que habría que esperar, que recorrer una vez más el camino tortuoso, tratando de hablar primero, de gritar después, de incorporarte, de moverte. Engañándote, creyendo que por fin lo habías logrado, para advertir enseguida que no, que eso sigue tirando hacia abajo, hacia adentro, con la respiración dificultosa porque la boca no puede hacer otra cosa que aspirar el aire con un sonido ronco y dejarlo escapar del mismo modo, con la sensación de que los párpados te pesan, sin poder ni siquiera girar sobre tu costado, ni usar los brazos para protegerte, ni abrir los ojos y tener la certeza de que eso que vas a ver no forma parte, también, del sueño.

sábado, 15 de marzo de 2008

Feng shui

Cuando el reloj de pared se detuvo, se le ocurrió que si lo dejaba así, en una de ésas podría llegar a detener el tiempo. Ése no era el único reloj que había en la casa: tuvo que quitarle las pilas al de su mesa de noche y también al que llevaba en la muñeca. Pero las manzanas en la frutera comenzaron a ponerse marrones, y las margaritas que había dispuesto amorosamente en un jarro sobre la mesa de la sala se marchitaron por completo, porque nunca supo cómo detener el mecanismo que marcaba la hora en el horno a microondas.

viernes, 14 de marzo de 2008

Aleteo

Algo aleteó débilmente entre los pliegues de la mente –¿o era la cortina de la ventana?– y parecía que sí, que por fin lo lograría, que el vuelo iba a tener la forma y la velocidad deseadas como para despegar y tomar altura. Pero la forma era muy pesada, o tenía mucho miedo, o el cansancio y el olvido le desdibujaron las alas, y una vez más quedó oculta, irreconocible, en estado de quietud absoluta. Y nunca se supo si era una mariposa o una metáfora.

jueves, 13 de marzo de 2008

Se frustra

–Buenas tardes. Vi el letrero, y me gustaría saber qué significa.
–Le explico: básicamente nos dedicamos a frustrar.
–¿Y cómo es eso?
–Bueno, alguien viene con una expectativa determinada, y nosotros, en lugar de responder como se espera, hacemos todo lo contrario.
–No entiendo… ¿Me podría dar un ejemplo?
–Imagine, por caso, que usted nos muestra una imagen conmovedora. ¿Qué esperaría? ¿Que nos emocionemos, no es verdad?
–Mmm… sí… supongo que algo así.
–Ahí está. Nosotros le respondemos con una sonrisa irónica. Y usted se queda sin entender nada, porque su imagen era claramente conmovedora, y eso nos consta. Pero nuestra función es frustrarlo.
–Y, ¿por qué querría alguien contratar los servicios de ustedes?
–Mire, las cosas no son tan simples, dos más dos cuatro, ocho por cinco cuarenta, no. Sucede que, cada tanto, cuando usted ya se había acostumbrado a nuestras respuestas (o a nuestros silencios), hacemos un gesto inesperado, capaz de producir efectos ¿cómo le diría?, mágicos.
–Aaah… bueno, está bien, entonces, ¿cuándo empezamos?
–No, ya está. Eso es todo.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Variable interviniente

Entran al bar. Visten traje y corbata, y se nota que, si pudieran, eligirían bermudas y remera. Están, por supuesto, excedidos de peso; tienen papada y la frente es, como quien dice, mucho más ancha que lo que solía ser. Alguna vez fueron delgados y fibrosos, les brillaban los ojos y se movían como gatos monteses. Ahora caminan con calma, señalan una mesa, se sientan en cámara lenta. Los hombros caídos, redondeados por la lucha desigual entre el músculo y el tejido adiposo. Los ojos bordeados de pliegues en varias direcciones. Hablan. Mueven las manos como si les pesaran tres kilos cada una. Tosen. Me dan mucha ternura.

martes, 11 de marzo de 2008

Utilidad

A menos que se trate de una actividad con rédito económico, nunca se debe intentar explicar la utilidad de algo que nos gusta hacer. Es inútil, jamás vamos a encontrar las palabras adecuadas, y todos los intentos que hagamos nos van a dejar insatisfechos, por no decir frustrados, con la sensación de que no hemos logrado transmitir la esencia de la cuestión. Es más: es probable que nos deje la impresión de haber dejado mal parado aquello que provoca nuestro entusiasmo, el cual –nos parece ahora– es bastante difícil de entender para la persona que acaba de interrogarnos.

Mi amigo Sergio me preguntó para qué sirve un blog.

lunes, 10 de marzo de 2008

Hojarasmo

¿De dónde nos viene esa sensación de módico placer que produce pisar una hoja de árbol seca? Es apenas un ruido crujiente que nos sube desde la planta del pie y dura un segundo o menos, pero no podemos evitarlo. Y no hablo de las hojas que yacen amontonadas por el viento, que serían muy fáciles de atacar porque ocupan un espacio considerable, no. Hablo de las hojas aisladas, una aquí, otra a dos metros, a veces separadas entre sí por dos pasos o, lo que es peor, por un paso y un poco más, o un poco menos, es lo mismo, porque ésas nos obligan a alargar o acortar exageradamente el paso, mientras esperamos que nadie esté mirando lo que hacemos. Pero cuando conseguimos calcular la distancia exacta como para que caiga justo debajo de nuestro pie sin que tengamos que forzar la marcha, o cuando este hecho fortuito se produce por casualidad, ah, qué deleite. Especialmente ésas bien secas, que hacen un ruido, qué digo un ruido, es mucho más que eso, es una vibración cósmica que atraviesa todo nuestro cuerpo como un estremecimiento, y entonces entramos en éxtasis, y –siempre con cuidado de que nadie se dé cuenta– ponemos los ojos en blanco, las pupilas giran hacia el cielo, los brazos se sacuden en un espasmo delicioso y la boca se nos afloja en una imperceptible sonrisa cuyo origen, a estas alturas, nadie podría confundir con otra cosa.

domingo, 9 de marzo de 2008

Laboratorio

A menos de dos metros del lugar donde estoy sentada, hay un laboratorio de audio. En él se prueba una variedad de sonidos que se van incorporando y reemplazando a los anteriores, a veces sostenidos, otras veces breves e interrumpidos. Empiezan por los más agudos hasta alcanzar tonalidades más suaves, y las notas ascienden y descienden, repitiéndose en una especie de sinfonía improvisada que me gustaría seguir oyendo toda la tarde; pero quién sabe, todo tiene un límite. He tenido ocasión, otras veces, de escucharlo, y estoy segura de que la experimentación será día a día más exitosa, dando lugar a resultados cada vez más armoniosos y llenos de sentido. Hay que darle tiempo. Tiene seis meses de vida, y se llama Ramiro.

Perfil bajo

Todos los días desarrollaba inventos maravillosos, cosas e ideas que permitirían solucionar los problemas de la falta de combustible, paliar la escasez de alimentos, viajar con mayor rapidez y seguridad, construir viviendas más económicas y confortables, sanar enfermedades incurables, recuperar la capa de ozono, comunicarse con otras galaxias y lograr la paz en los conflictos más resistentes, pero nadie se enteraba. Era un secreto que no deseaba compartir nada más que con su almohada.

sábado, 8 de marzo de 2008

Link

Una buena costumbre: leer a Sandra Russo. En la contratapa de Página 12 de hoy:

http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-100310-2008-03-08.html

Pérdidas y recuperaciones

Lo bueno no es encontrar el camino, sino saber que se puede perderlo para encontrar otros, muchas veces a lo largo de la vida.

Apertura

–Buenas, quisiera una respuesta.
–Lo lamento, aquí no tenemos respuestas. Sólo preguntas.
–Qué pena, yo pensé que ustedes podrían ayudarme.
–Bueno, todo depende. ¿Cuál es su pregunta?
–Aquí la tengo. La anoté en este papelito.
–Ah, no, lo siento, lo que usted busca es una respuesta absoluta. Éste no es el sitio apropiado.
–¿Y cuál es ese sitio?
–Y, no sé, podría ser una iglesia, o un templo… ¿Ya probó con Internet?
–Sí, pero no hay caso. La molestia no se va.
–¿Y por qué no se la queda un tiempo? Mire que le puede ser útil. Después, si quiere, viene aquí y se la cambiamos por otra.
–¿Por otra pregunta?
–Sí, claro. Usted no sabe todas las cosas que puede llegar a aprender.
–Pero es que me da como una inquietud, como si fuera algo que me perturba, que me arde…
–Lo que pasa es que a veces las preguntas son como la fiebre. No siempre conviene eliminarla, vio. Porque sería lo mismo que tapar el problema. La inquietud va a seguir estando ahí, pero va a tomar otras formas. Y ahí, agárrese, porque ni usted mismo va a saber de dónde sale todo lo que le pasa. En cambio, quedándose con las preguntas usted mismo va a tratar de buscar las respuestas, y muchas veces se va a encontrar con que para una sola pregunta hay muchísimas respuestas. Es difícil, pero puede llegar a ser divertido. Y lo mejor de todo, es que al final usted se va a alegrar cada vez que se le ocurra una pregunta.
–Bueno, creo que ya me siento mejor. Pero sigo sintiendo inquietud.
–Ah, eso es bueno. Muy bueno.

viernes, 7 de marzo de 2008

Vuelo lateral

Mientras hablo por teléfono, la ventana que da al norte me muestra un paisaje mitad verde y mitad gris. Está cerrada, pero puedo ver que el viento sopla con bastante fuerza por la agilidad con que se mueven las nubes. Como si fuera el cuadro de una película, veo aparecer por la derecha una golondrina que, insensatamente, trata de volar contra el viento que va hacia el este. Una y otra vez el viento la lleva en dirección contraria, y cada vez que eso sucede la veo desaparecer del cuadro. Pero vuelve. Hasta que se da cuenta de que es imposible avanzar hacia el oeste –¿por qué querría ir hacia el oeste?– y entonces, en un último gesto heroico y desafiante, hace un giro de cuarenta y cinco grados hacia el norte y desaparece de mi vista.

jueves, 6 de marzo de 2008

Frases con dueño II

Con mi nieta se me cae la baba, pero no importa porque tengo más (Adriana Alonso).
Por lo que se puede escuchar a simple vista… (un conductor de Radio 10).
Oyyy… ¿Por qué todo lo que azoto me abandona? (Homero Simpson).
Si tuviera un revólver, le daría una cachetada... (Niní Marshall).

Harold Pinter

Recomiendo la lectura del discurso que escribió Harold Pinter para la recepción del Premio Noblel 2005. Está aquí:

http://www.pangea.org/epueblos/modules.php?name=News&file=article&sid=239

Y aquí:
http://agenciacritica.net/archivo/2005/12/arold_pinter_di.php

Y también aquí:
http://www.escolar.net/wiki/index.php/Harold_Pinter:_Arte,_verdad_y_pol%C3%ADtica

Yo lo leí en uno de los fascículos de la serie de Página 12 "Discursos que cambiaron la historia". Me temo que éste todavía no cambió nada, pero vale la pena leerlo.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Reality

Desde la ventana que da al este puedo ver que, a causa del reflejo del sol –que ya se está poniendo– sobre los nubarrones de alguna tormenta que no sé si se acerca o se aleja, el cielo es de un intenso color azul. A esta hora, y tal vez por ese mismo efecto, el río se ve plateado y contrasta en forma dramática con la franja oscura del cielo, lo que da como resultado un horizonte nítido, imposible, como un telón pintado. ¿No será que detrás de ese telón hay todo un estudio montado para producir efectos especiales, con un director demente que dedica su vida a hacerme creer que todo esto que veo es real?

Mal tiempo para tener ganas

Hoy pasé gran parte del día tratando de reunir ramas para alimentar el fuego, pero están todas mojadas por culpa de la lluvia. Voy a tener que pasar el resto del día secándolas con mi propio aliento.

Apuntes para un monólogo II

Este tema tiene que ver con aquello que pasa cuando estamos hablando por teléfono rodeados de gente y se corta la comunicación justo, justo cuando estábamos por despedirnos. Si las personas que están a nuestro alrededor fueran viejos conocidos, seguramente diríamos “se cortó”, no sin antes haber pronunciado una o dos palabras poco elegantes, por decirlo de alguna manera. Esto justificaría nuestro silencio abrupto y el acto de cortar el teléfono sin más trámites. Pero si se trata de extraños, de gente con la que nunca hemos cruzado una palabra, ahí la cosa cambia. Es como si no pudiéramos resignarnos a colgar así nomás, sin darle un cierre a la cosa. Supongamos que, en el momento de percibir claramente el sonido que indica que ya NO ESTAMOS COMUNICADOS, estábamos en el medio de esta frase: “Bueno, José, realmente me alegro mucho de que hayamos tenido esta charla, espero que se repita”. Venimos TAN embalados con la expresión de nuestros sentimientos y deseos, tenemos un grado de entusiasmo tan grande, que no podemos vencer la inercia. Y entonces seguimos hasta el final, totalmente conscientes de la farsa. Hablándole a la nada absoluta. Y no contentos con eso, hasta somos capaces de agregarle un: “Te mando un abrazo y muchos cariños para tu mujer, adiós, adiós”. Para colmo, nuestra voz suena opaca, falsa, como si habláramos contra un decorado de cartón. Nos sentimos pésimos actores. Y todo esto, para no tener que dar explicaciones a la gente que nos rodea. Lo peor es que nos queda la sospecha. Nuestra actuación ha sido tan mala que no podemos evitar pensar “se dio cuenta, seguro que se dio cuenta”. Pero ya es tarde: no hay nada que podamos hacer para remediarlo. Desde ahora, propongo hacer todo lo contrario: que nos saquemos la careta y empecemos a desgañitarnos diciendo ¡HOLA! ¡HOLA! ¡Ya sé que no me estás escuchando, pero no puedo defraudar a toda esta gente! ¡Hagamos las cosas bien, como gente civilizada!

Estamos en el baile: bailemos.

En los mayores momentos de desesperación, la locura es la huida perfecta. Pero es un lugar al que sólo podemos acceder en forma voluntaria si estamos en una novela de Ballard.

martes, 4 de marzo de 2008

Tú también, palo borracho

Los pétalos de las flores de palo borracho tapizan la vereda a lo largo de varias cuadras. Son carnosas y de un vívido color rosado, y es casi un milagro ver cómo van cayendo en una fina y blanda lluvia cada vez que la brisa suave de marzo mece las ramas de los árboles. Caen uno sobre otro, formando una mullida alfombra donde los ojos se regocijan y descansan de tanto gris, de tanto marrón, de tanta pintura amarilla desteñida en los bordes de la calle. La mirada los sigue casi sin quererlo durante todo el trayecto, no puede creer tanta belleza natural, un regalo de la tierra que cada tanto nos da una tregua que aunque sea por una vez nos permite reconciliarnos con la vida, hasta que un pie mal apoyado resbala sobre uno de ellos, la caída es inevitable, el coxis se fisura, y es entonces cuando se transforman en ese objeto siniestro del que no queremos saber nada, nunca más.

Avivar el fuego

Hace más de veinte años años se estrenó La guerra del fuego, hoy una especie de clásico sobre la vida de las primeras tribus en nuestro planeta. Uno de los grupos –el que todavía no sabía producir fuego, pero sí disfrutarlo– se dedica con alma y vida a tratar de impedir la extinción de ese elemento cuya importancia habían aprendido a valorar. Hoy me pregunto si se darían cuenta del significado de lo que hacían, más allá de la necesidad de abrigo y seguridad. Mantener el fuego es una tarea muy difícil, casi imposible. No sólo hay que protegerlo de las corrientes de aire, hay que alimentarlo constantemente. No importa el cansancio, el aburrimiento o el desánimo. Si tenemos un fuego, aunque sea una llamita débil y vacilante, se requiere, además de voluntad, ganas. Unas inmensas ganas de que no se apague.

Ciencias ocultas

Tengo la cabeza llena de conocimientos que no puedo recordar. Pero sé que están ahí.

lunes, 3 de marzo de 2008

Apuntes para un monólogo

Me gustaría, alguna vez, escribir un monólogo que hiciera reír a la gente. O por lo menos, a unas cuantas personas. Con que una persona se riese de verdad con ganas me alcanzaría. Bueno, en realidad creo que me bastaría con que alguno sonriera.
Tengo varios temas que, como todo monólogo que se precie de tal, son observaciones (¿agudas?) de la vida cotidiana. Por ejemplo:
Imagine el público qué pasaría si un ser de otro planeta (ahí ya nos alejamos un poco de la vida cotidiana, pero esperen) tuviera la oportunidad de escuchar nuestras expresiones diarias. Hay dos personas hablando por teléfono móvil, y de pronto una de ellas dice “te tengo que cortar, porque me estoy quedando sin batería”. ¿Qué pensaría el señor extraterrestre? Que ha dado con una raza de robots no demasiado inteligentes, que necesitan recargarse a cada rato. ¿Por qué nos empeñamos en hablar así? ¿Por qué, en algún momento, cuando estamos frente a la computadora después de haberla recontracargado con todos los programas habidos y por haber, decimos “no tengo más memoria”? ¡Es la computadora, no nosotros, la que agotó su memoria! ¿Cómo llegamos a dar vuelta las cosas de esta manera? ¿Cómo es que ahora nos hacemos cargo de lo que antes les pasaba a los objetos? Hace muchos años, era al revés. Antes, cuando teníamos, por ejemplo, dos años y tropezábamos descalzos con la pata de un mueble, nos consolaban dándole (al mueble) unos cuantos coscorrones mientras decían “mala, mala la mesa”.
En este punto, el artista, hablando con cierta complicidad al público y señalando hacia donde se supone que está la salida a la calle, diría: “Y ahora los dejo porque, ¿saben? estoy mal estacionado”.

domingo, 2 de marzo de 2008

Actualidad

Odio repetirme, pero lamentablemente es así: llueve como si le pagaran.
¿O era como si le pegaran? No sé, porque el agua –que no para y no para– es capaz de disolver todo, hasta las vocales.

sábado, 1 de marzo de 2008

Lo que duele es aprender

Nunca había visto un color en su vida. Y de todas las cosas que era posible ver, ésa era la que más le intrigaba. Podía entender lo que era una forma; de hecho, sus manos distinguían lo redondo de lo plano, lo pequeño de lo grande, lo puntiagudo de lo suave. Podía saber si algo estaba arrugado o completamente liso. Si estaba hecho de alguna trama, como los tejidos, o era totalmente compacto en apariencia, como una hoja de papel. Si se abría al mundo como una flor, o permanecía cerrado, vuelto sobre sí mismo hasta que alguien lo rompía, como un huevo. Pero los colores, eso no sabía de qué se trataba. Por eso, todos los días le pedía a alguien que le dijera de qué color era cada cosa.
Una noche, alguien en la casa afiló demasiado el cuchillo de cortar pan; y así fue como aprendió que rojo era algo pegajoso, caliente y que dolía al tocarlo.

Inversamente proporcional

Es increíble la diferencia relativa de tamaños entre el cerebro y el intestino, teniendo en cuenta la clase de materia que procesa cada uno por su lado.

Corrección

Rectifico. La frase de Marcial era así:
No hace ni frío ni calor: cero grados.

Frases con dueño

Llueve como si le pagaran (mi abuela paterna).
No hace ni frío ni calor: cero grado (Marcial Souto).
Es automático. Cada vez que se produce una excepción, queda confirmada una regla (Eduardo Abel Giménez en La Mágica Web).
Aquí no hay reglas, sólo excepciones (Luisa Axpe, inspirada en la anterior).
Pero ¿es joda? (mi nieta Lucía de cuatro años, al cerrarse un rompecabezas virtual que estaba armando).