martes, 30 de diciembre de 2008

Juegos para la Nochevieja

Tiene un pie en el umbral. Tiene un pie en el umbral pero todavía no dará el paso. Tiene un pie en el umbral pero todavía no dará el paso, porque la hora no ha llegado. Tiene un pie en el umbral pero todavía no dará el paso, porque la hora no ha llegado, y es preciso esperar. Tiene un pie en el umbral pero todavía no dará el paso, porque la hora no ha llegado, y es preciso esperar a que den las doce de la noche, del último día del mes, del último mes del año. Entonces sí, parecerá como que todo se termina, o algo nuevo comienza, y todo cambia, o no, pero habrá llegado el momento. Que todo se termina, o algo nuevo comienza, y todo cambia, o no, pero habrá llegado el momento. Cambia, o no, pero habrá llegado el momento. Habrá llegado el momento. El momento.

sábado, 27 de diciembre de 2008

Libertad

Hay una mosca del lado equivocado del mosquitero. Ella no lo sabe, pero jamás encontrará lo que busca. Camina en todas las direcciones posibles sintiendo la caricia del aire limpio del exterior en esas patas peludas, pegajosas, inútiles ahora, de mosca. Cómo puede ser, si las hojas de los árboles y la savia azucarada de las ramas leñosas están ahí nomás. Cómo puede ser. Buscar otra salida es un proyecto que no tiene lugar en su sistema inteligente, al menos por ahora: tendría que alejarse de allí, de ese paraíso que está tan cerca, tan del otro lado pero ahí. Si tan sólo pudiera atravesar el alambre tejido. Tendría que volar en sentido opuesto, contrariar sus deseos. Buscar azúcar en las alacenas, debajo de la mesa, en el borde de las tazas. Pero no; sigue allí, recorriendo la superficie cuadriculada por caminos diferentes aunque siempre paralelos a la realidad anhelada. Sin tocarla jamás. Lejos, un pájaro atraviesa el cielo, y se ve tan pequeño como la mosca. Pero el tamaño de su libertad es cien, mil, un millón de veces mayor.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Perder el tiempo

Y ¿por qué no, simplemente, pensar? No hacer nada, no planificar, no repasar la lista de cosas pendientes, no hacer más listas, no llamar al electricista ni al plomero, no preparar algo para comer, no hablar por teléfono, no tocar la computadora, no leer, no ir a comprar ni a pagar cuentas, no ir al encuentro de nadie, no aprovechar el tiempo, no moverse. Por un momento, quedarse quietos y dejar que todo fluya. Burlar la ansiedad y la culpa con la inmovilidad más absoluta, confundidos con el fondo para que no nos encuentren; quedarnos así, escuchando música, dejando que la calma nos inunde, pensando, sólo pensando. Ah, si fuera tan fácil.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Vestigios

Todavía se ven antenas. En la era de la televisión por cable, muchos de esos mástiles ramificados se elevan por sobre los tejados y las terrazas, cortando el aire con sus costillas rotas, irremediablemente atacadas de inutilidad. Algunas parecen libélulas disecadas que esperan, quietas sobre el panel en el que han sido clavadas, la visita de los estudiantes de entomología, a punto de ingresar como una nueva categoría en los libros de estudio, o como una especie extinguida de la que sólo quedan los fósiles oxidados.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Gratitud

El espejo del ropero es amable conmigo. Algo en la luz sobre la superficie, y la manera en que la puerta en la que está fijado lo sostiene en el ángulo adecuado, consiguen un efecto especial en la imagen que me devuelve cada vez que busco su opinión. Estoy pensando en devolverle favores, y por ahora lo mejor que se me ha ocurrido es premiarlo entregándole imágenes hermosas. Así que Lucía, de cinco años, y Ramiro, de quince meses, tendrán que verse reflejados en él todas las veces que se pueda. De nada, espejo.

domingo, 30 de noviembre de 2008

Ilumínenme

¿Por qué son tan feos los artefactos de iluminación que ponen en las vidrieras de los negocios de iluminación?

Todo no se puede

Las cucarachas voladoras también forman parte del paisaje en la estación veraniega.

sábado, 29 de noviembre de 2008

Tesoro oculto

La primera vez no se habían dado cuenta. El primer cajón era, por fuera, igual a todos los otros. No fue sino hasta que tiraron fuerte de él para sacarlo, que vieron lo corto que era. El tirón, inadecuado para el tamaño, lo sacó de manera brusca: debía tener la mitad de la profundidad esperada. Sin embargo, el de abajo continuaba hasta el fondo del placard. Se agacharon para mirar y descubrieron, escondido debajo del estante que lo sostenía, otro cajón. En el medio, una cerradura. Debe estar abierto, pensaron. De otra manera, la llave estaría por aquí cerca. Pero el cajón no cedía.

En la casa había vivido una anciana, quién sabe cuántos años. Empezaron a imaginar los ajetreos de la familia vaciando las habitaciones, los muebles, guardando lo que valía la pena y arrojando a la basura lo que no servía. Olvidando cosas aquí y allá, algunas de ellas, precisamente, en algunos de esos cajones. Entonces no les pareció tan disparatada la idea de que, durante esa tarea ingrata, esa obligación que todos queremos dar por terminada lo antes posible, hubieran omitido revisar todo. Y ahí estaba el cajón oculto, guardando vaya a saberse qué clase tesoros. Un escondite secreto, del que probablemente no sabían nada los hijos o los sobrinos, o quienes quiera que fuesen los sobrevivientes. Podría ser que allí estuvieran los ahorros acumulados durante años. Billetes verdes. O joyas de oro. Con mucha mala suerte, billetes de alguna moneda que ya estuviera fuera de circulación. Carcomidos por la curiosidad, hicieron un segundo intento de forzar el cajón. Esta vez abrió.

Allí estaba el arcano, la joya que la mujer ya no usaría nunca más, el que había sido uno de los objetos más preciados durante su vida. Las dos hileras perladas brillaron al retirar el papel de seda, y una sonrisa pareció brotar desde el más allá a través de la dentadura postiza.

viernes, 28 de noviembre de 2008

Sin excusas

Hay un mundo en el que todo es provisorio. Los proyectos ocupan todo el espacio y todo el tiempo. Nos quedamos quietos, de pie entre los límites de una baldosa, y desde allí imaginamos otros mundos. Nada de lo que sucede en esos escasos centímetros cuadrados de aire interesa de verdad; lo que importa es lo que vendrá. El lugar donde están todas las realidades posibles, todas las metas por cumplir. Los mundos imaginados son amplios, generosos. Todo está por hacerse, y sin embargo se abren hacia nosotros como un tesoro de bienes preciosos, inabarcables. Si algo no nos gusta, podemos cambiarlo; total, no existe todavía.

Mientras tanto, la realidad en nuestra baldosa permanece en segundo plano; no hay urgencias, podemos tolerar ese estado en el que todos los objetos parecen estar suspendidos en el aire, dispuestos a alejarse apenas intentamos capturarlos, o escondidos, inaccesibles por el momento porque, claro, no hay espacio. Es un universo en el que la queja no tiene sentido, porque sería como lamentarse del color de las paredes de ese sector del aeropuerto en el que estamos en tránsito esperando el otro vuelo, el definitivo. Lo que importa de ese sitio, es que es un lugar de pasaje. Entre tanto, por supuesto, respiramos, comemos, reímos, hacemos lo indispensable para vivir. Y pensamos en el lugar de destino.

Llega un momento en el que lo provisorio se termina. Damos el salto, dejamos la baldosa. Y los múltiples mundos imaginados pasan a ser un único universo que reclama toda nuestra atención, porque lo habitaremos por mucho tiempo. Y encontramos, sí, las alegrías anticipadas, el aire liviano, la luz. Lo recorremos con indolencia, o saltamos a cerrar una ventana porque llueve, nos perdemos, nos encontramos en parte, volvemos a perdernos. Y la realidad vuelve; nos ponemos de frente, tomamos aire, sacamos pecho y, qué remedio nos queda, la enfrentamos. Ya no hay excusas, por suerte.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Grito

Hay cada vez más vacas. No en el campo, aquí, en la ciudad, en los suburbios. Caminando por la calle, haciendo la cola del banco, viajando en colectivo. O tal vez es la misma cantidad que antes, sólo que yo no las veía. Ahora, desde hace un tiempo, tengo un radar de vacas. Y no me refiero al tamaño, sino más bien a una condición. Algo en las miradas, en el tono de voz, en la actitud. Hay algo vacuno en lo que suelen decir, también. Sobre todo, cuando hablan de materias de las que todo lo ignoran, con frases hechas, repetidas hasta la agonía. Es como si se hubiera agotado la capacidad de combinar las palabras para decir cosas. Para decir cosas, digo. Algo que valga la pena escuchar, que nos haga temblar alguna remota neurona. Hay como un cansancio, como una renuncia. Como si pensar por cuenta propia fuera algo reservado a vaya a saberse qué usina de producción de ideas. Y entonces, lo único que hubiera que hacer fuera recibir la papilla masticada, baboseada, triturada por los hombres y mujeres que hablan dentro de una caja, o que escriben todos los días en algún panfleto. De investigar, nada. De preguntar, menos. Todo son respuestas, “slogans”. Verdades cerradas. A veces me pregunto si vale la pena gritar, si alguien me escuchará por sobre los mugidos, o si yo misma, como en la obra de Ionesco, me transformaré en una de ellas.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Abarackate ésta

No sé si es un nuevo ejemplo de gatopardismo, si en verdad tiene, como dicen por ahí, el gobierno pero no el poder, ni siquiera sé si está dispuesto a cumplir sus promesas, o si podrá vanagloriarse de un cambio que ya sucedió en los hechos por culpa del blooper de los mercados; no sé cómo nos irá ahora a los que estamos al sur, si habrá más o menos guerras en el mundo, si la gente seguirá teniendo derecho a morirse de hambre o alguien, alguna vez, tomará la responsabilidad por los que no están representados en el mapa de las cosas que se pueden hacer. Lo único que sé es que hoy el mundo amaneció de otro color.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Todo sea para bien

No se ponga nerviosa, me dice el albañil. Ya hace quince días que le pedí un presupuesto. Ilusa de mí, pensaba que a más tardar a los dos días estarían trabajando; pero no. Me siento una invasora sin lugar propio para vivir desde hace más de tres meses, ahora tengo las llaves de mi casa pero no puedo mudarme hasta que no estén avanzadas las reformas, y él me dice que no me ponga nerviosa. Con su tono más simpático, me lo dice. Y ni siquiera me puedo enojar, a ver si todavía me planta definitivamente. Cuando me pasa el presupuesto, casi me da un infarto. Consulto. No, es lo habitual, me dicen los que saben. Apruebo el presupuesto casi infartante. Al rato llamo al de los pisos de parquet, un viejo conocido. Por esas cosas de la confianza, se sabe. Nosotros hacemos de todo, me dice, también albañilería. No tengo idea de cuánto me cobraría, pero igual ya es tarde: arreglé con el albañil bonachón y sus secuaces para esa misma tarde. Por esas cosas de la confianza, claro. Y todavía me falta el presupuesto del pintor, y el del plomero, y el del electricista. Inmediatamente, se me aparece una imagen de mí misma con los ojos vendados y un par de esposas en las muñecas, los brazos adelante, totalmente entregada.

viernes, 24 de octubre de 2008

Invasores

–Subió por el desagüe –dijo Mike, al mismo tiempo que ponía una tapa en la boca abierta bajo la pileta de la cocina.

­–O, mejor dicho, subieron –dije yo. Había huellas (es una manera elegante de decirlo) de todos los tamaños en el piso de la cocina y dentro del mueble vacío, bajo la mesada. Me corrió un escalofrío cuando me sugirieron (Mike, el albañil, una amiga) que recogiera algunas de esas muestras y las llevara a la veterinaria, para saber de qué roedor se trataba. Me negué rotundamente. Lo único que me faltaba es llevar caca de rata en mi cartera.

No quedaba otra alternativa: comprar veneno. El desagüe, salida teórica según nuestra investigación improvisada, había sido tapado; pero nunca se sabe.

Nunca había comprado veneno para ratas. Lo había visto, vagamente, allá por mi lejana infancia, en el piso de cemento de la planta baja en la casa de la isla. Lo recordaba como unos gránulos rosados, de aspecto inocente. Hasta diría que apetitosos. Pero ir a comprarlo, enfrentarme con el vendedor y decirle “quiero veneno para ratas”, ya era otra cosa. Mucho policial negro, muchas malas películas sobre malas mujeres que malamente envenenan al marido, al amante y hasta a sus propios hijos. ¿Y si pensaban que estaba usando las ratas como excusa para perpetrar un crimen? ¿Y si se moría alguien –un vecino, por ejemplo– y había testigos en mi contra, los vendedores, algún cliente con memoria fotográfica? Claro que también había testigos a mi favor. El mismo albañil, sin ir más lejos.

El hecho es que fui a la ferretería, pedí el veneno para ratas y me lo dieron. Y ahora que lo pienso, me da mucha risa la cara de aburrimiento del vendedor mientras yo le daba montones de explicaciones innecesarias sobre lo que había pasado, y por qué necesitaba el veneno, y cómo lo iba a usar por si acaso, porque seguramente ya se habían ido, pero no se sabe, y por las dudas. Por las dudas, repitió él, con su mayor cortesía.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Malas compañías

Mientras vivía en el bosque, creía que tomar distancia de ese sitio sería suficiente para dejar atrás los fantasmas. Las ánimas santas, los muertos peregrinos, las brujas, las luces malas que aparecían de noche, especialmente cuando estaba solo. Los miedos vivían allí, sólo allí, donde debería sentirse seguro y protegido. Por eso se asomaba a la carretera, apenas un camino de tierra endurecida por el que pasaban, traqueteando, escasos coches polvorientos.

Un día, el destino lo puso en una de esas rutas, lo llevó en un barco oscuro como el vino a través del mar, lejos, muy lejos. Inabarcablemente lejos. Conoció el mundo, y el mundo lo conoció por sus hazañas. Creó universos. Hizo magia, una magia nueva e inextinguible. Y finalmente, descubrió que todas las tierras son la Tierra; porque los fantasmas del bosque seguían allí, donde quiera que él estuviese.

domingo, 12 de octubre de 2008

A quién querían engañar

Por más parches que le pongan, el capitalismo ha demostrado sobradamente que es irracional, y seguirá siéndolo. Está en su naturaleza: no puede ser racional, por definición, un sistema que no tiene en cuenta las necesidades del ser humano. De todos los seres humanos.

jueves, 9 de octubre de 2008

Comportamiento de los cables

Lo que más les intrigaba era la inutilidad de ese cable. Emergía abruptamente (emergía es un decir, en algún extremo había que situar el origen) por una esquina del cuarto de planchado y salía de allí recorriendo varias paredes por sobre el zócalo, bordeando las puertas, subiendo y bajando por pasillos y habitaciones hasta terminar en la pared de la cocina, donde se metía en un agujero calado en la pared a unos centímetros de la ventana. Un día, la punta del inicio del recorrido se desprendió, como si alguien tironeara del otro lado. De manera casi imperceptible, el cable empezó a desplazarse con movimientos sinuosos. Sólo acercándose mucho, quedándose quietos y en silencio, se podían ver las pequeñas eses que dibujaba, como una lombriz hipnotizada. Todo era muy lento, se diría que maravillosamente lento, pero a la vez continuo. Si alguien lo tocaba de cierta manera con la punta de los dedos, temblaba ligeramente y se quedaba quieto apenas una fracción de segundo, pero luego recomenzaba. A pesar de ser apenas visible, el temblor producía un sentimiento a medio camino entre la compasión y la ternura. De cualquier modo, fuera de estas observaciones -que al fin y al cabo parecían encerrar un grado importante de subjetividad- se podía notar el avance, más que nada, porque el tramo de pared que antes había ocupado la parte inicial del cable se hacía cada vez más largo. Un día llegaron a la conclusión de que por las noches avanzaba más rápido, y varias veces tuvieron la impresión de que los movimientos sinuosos y lentos que hacía de día tenían algo de provocativo. Al quinto día estaban divididos en dos grupos: el de los que lo miraban con simpatía, y pensaban que todo en él era honesto y genuino, y el de los que recelaban constantemente, achacándole toda clase de intenciones malvadas. Al décimo día desapareció por completo. Nunca supieron dónde había ido, pero todos por igual estaban muy resentidos con él. Después de todo, convengamos, no son maneras de comportarse.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Un paradigma ahí, por favor

¿Será cierto? ¿Llegaremos a ver a los habitantes del país más poderoso de la Tierra buscando tierras más promisorias fuera de los límites de su patria? ¿Guardarán su bandera de barras y estrellas en una valija y la llevarán hacia donde soplan mejores vientos para hacerla flamear? Tal como están las cosas, no sería extraño que, en un futuro cercano, asistamos al despliegue de una nueva corriente inmigratoria, la de los rubios de ojos celestes, abandonando con mirada atónita su amado suelo en busca de un nuevo lugar bajo el sol. Esta suposición es, seguramente, prematura y exagerada. Pero ya no resultan tan descabelladas las historias de desarraigo masivo de Ray Bradbury, plasmadas con visión candorosa y poética en sus Crónicas Marcianas.

martes, 7 de octubre de 2008

Exorcismo

Ese dolor en el costado, cerca de las vértebras lumbares, que se sostiene con la tozudez de una verdad absoluta. Ese dolor agudo, no fuerte, no insoportable, pero sí capaz de invadir los pensamientos más inocuos. Ese dolor adormecido, asustado, viejo, sordo, cerrado, altivo, tacaño, endurecido, inútil, gastado, obsesivo, impermeable, tozudo, que se impone con la fuerza de la necedad.

lunes, 6 de octubre de 2008

Tribalidad

El mechón de pelo le cae sobre un ojo. No sobre parte del ojo: sobre el ojo en su totalidad. Con ese ojo, no ve. De este modo dicen los emos (hasta donde yo sé, una tribu urbana de adolescentes o preadolescentes) que tratan de evitar la visión de la realidad, al menos de una mitad de la realidad. Algo así. Pero mirándolos caminar, viendo cómo se acomodan ese mechón subrepticiamente, con un gesto mecánico, como quien no le da importancia, se me ocurre que es otra cosa: un recurso ideal para esconderse y aislarse del mundo de los adultos. Donde creemos ver exhibicionismo, es todo lo contrario. Es el ocultamiento de la individualidad. No vemos a ese chico en particular, vemos a un emo. Al pertenecer a ese grupo, ha conseguido (eso cree) evitar momentáneamente el enfrentamiento con su propia y única identidad. El ingenio adolescente tiene una nueva cara en cada generación, aunque no pueda huir de sus designios.

domingo, 5 de octubre de 2008

Diferencias

Se miran con desconfianza. Se miden. Piensan qué estará haciendo ahí, apenas a unos pasos de la puerta de mi casa. Por qué se sentó a tomar mate en el cordón de la vereda. Está bien que es un lindo día de sol, pero, tomar mate en la vereda… Por qué me mira desde la ventana entreabierta, qué le pasa. Yo no le hago nada, sólo estoy aquí, tomando mate en la vereda, descansando, aprovechando que hay sol. Por las ventanas de mi casa entra un poco de sol, pero nada comparado a esta amplitud, a este aire que hay en la calle… Qué tendrá de lindo estar ahí afuera, no es cómodo, por qué no se va a su casa, algo estará tramando… Seguro que ahora sale y me dice algo, ah, pero me va a tener que oír, tengo todo el derecho del mundo a estar aquí, la calle es de todos, nadie puede echarme…
Si se conocieran, nada de esto tendría lugar. Se saludarían, sonreirían con simpatía, cada cual seguiría en lo suyo. Al mismo tiempo, un poco más allá, en la esquina, dos perros se olfatean, se miran, tratan de reconocerse. Se miden. Tal vez piensan, también.

viernes, 3 de octubre de 2008

Sólo cajas

Siempre iba quedando alguna caja sin abrir. Todas tenían etiquetas, pero las direcciones no eran siempre las mismas. Algunas decían Agustín Álvarez, otras decían Romina 5to. piso, otras PH. En muchos casos, la etiqueta había sido pegada encima de otra, de modo que si se sacaban de a una se podía seguir el itinerario de la caja, de un lugar a otro. Del piso diez al quince, del quince al tercero, del tercero a la planta baja. Además de las etiquetas, las cajas tenían inscripciones hechas con una fibra gruesa. Decían COCINA, o LIBROS, o ELEMENTOS DE ESCRITORIO. Pero todas ésas ya habían sido abiertas, y vaciadas, y plegadas en espera de que se las llevara algún cartonero. Las que quedaban, las que nadie se había decidido a desocupar, tenían otro tipo de inscripciones. En una que encontramos en el fondo de un ropero, decía CAMISAS PROBLEMÁTICAS. En otro armario, en el cajón más bajo, había una que decía LLAVES PERDIDAS. En el mismo armario, pero en un estante alto, se encontraba una con la inscripción FOTOS OLVIDADAS. El cuarto de planchado tenía varias de estas cajas sin abrir. Decían MATERIAL DESCARTABLE, MANZANAS DE LA DISCORDIA, ETAPAS SUPERADAS, DESPERDICIOS INTERESANTES, LUJOS INÚTILES. En el altillo había dos. En una decía SEMILLAS DE MALDAD. Pero la que más nos intrigaba, y sin embargo no nos atrevíamos a abrir todavía, era una que decía INSTRUMENTOS PARA INTERROGAR.

domingo, 28 de septiembre de 2008

La tentación de las hipótesis

Suelen acusarme de ser demasiado racional. No es una acusación, se parece más al señalamiento de un déficit. Con frecuencia me encuentro justificando mi falta de fe en cosas tales como la religión, los fantasmas, las hadas, la energía cósmica, la astrología y temas por el estilo. Y sin embargo, acaso contradictoriamente, no dejo de caer en la tentación por las hipótesis. Siempre como hipótesis, claro. Me gusta, por ejemplo, jugar con la idea de que el tiempo es algo completamente distinto a lo que pensamos, que tiene una entidad fraccionable en infinitas porciones coexistentes, y que eso explicaría un abanico de fenómenos que van desde el déja vu hasta los ovnis. No es que lo crea: es una hipótesis.

Hace poco vi un documental que contenía una idea interesante: la de que el corazón tiene memoria. En sucesivos testimonios, varios transplantados juraban que sus personalidades, gustos y tendencias habían cambiado, y ahora se parecían al donante en muchos más aspectos de los que serían razonables por el azar. La mujer que nunca había tomado cerveza se moría por ella, el semianalfabeto se ponía a escribir poemas, el comerciante se transformaba en atleta. Por supuesto, es una hipótesis no probada, mirada con escepticismo por muchos científicos. Pero, ¿y si fuera así?

En este punto, el interés científico se desvanece y deja paso al humor negro. Porque se me ocurre, por ejemplo, que si fuera así, lo pensaría dos veces antes de recibir el corazón de un suicida.

No hay caso: no puedo tomarme esto en serio, ni siquiera hipotéticamente.

sábado, 27 de septiembre de 2008

Orilleros

En ese punto donde limitan con el río, los suburbios y la ciudad tienen por frontera un puente rojo de hierro. Está hecho con viejos materiales ferroviarios y se puede cruzar solamente a pie. Esta mañana era muy temprano, y estaba cerrado; lo supe bastante antes de llegar, pero me distrajeron unas figuras que se recortaban a lo lejos, cerca del agua. Al principio me pareció ver algo como un espantapájaros, un monigote con capucha, la cabeza gacha y casi inmóvil. Otros dos personajes se acercaron más tarde, o estaban por ahí cerca, ocultos por una especie de lomada, del lado del río. Di la vuelta mientras trataba de descifrar lo que estaba ocurriendo, pero sin detenerme, por las dudas. Parecían estar jugando, tal vez bajo los efectos de algún estimulante. No sé si se reían, pero hablaban con mucha excitación; a pesar de la distancia, se escuchaban exclamaciones. Uno de ellos tenía puesto algo parecido a una capa roja, y se movía como si quisiera imitar el vuelo de un superhéroe. Por un momento pensé que estaban ensayando una representación teatral. Esa idea pronto se transformó en algo que, no sé por qué, se me ocurrió que era siniestro: estaban actuando. Tal vez la única espectadora era yo, y ni siquiera me había quedado ahí para mirar. Pero era como si quisieran decir algo. Seguí caminando; en el último momento, casi con el rabillo del ojo, me pareció verlos enzarzados en una danza en la que tenían un protagonismo especial dos afilados cuchillos que reflejaban los primeros rayos del sol de la mañana.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Seguridad

Afilaron todos los cuchillos, mandaron hacer rejas a medida, instalaron alarmas, colgaron una ristra de ajos junto a la puerta, pusieron trampas para ratones y veneno para cucarachas, cargaron las armas, cerraron los paneles de alambre tejido y las contraventanas, encendieron reflectores, dejaron una fogata en el patio, rociaron el pasto con un líquido especial contra las moscas, dispusieron espirales matamosquitos por toda la casa, engrasaron el suelo cerca de la entrada con una pasta que hacía imposible caminar sin resbalarse y electrificaron los bordes de la azotea. Pero nunca supieron qué peligros los acecharían en sueños.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Vacío

Ese momento del día, cuando el interesante proyecto que acariciamos por la mañana se volvió imposible, o dejó de entusiasmarnos, o resultó ser tan fácil de realizar que su concreción duró apenas unos segundos más que el tiempo que nos llevó soñar con él.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Metamorfosis

Esa ventana que está ahí era la del otro costado, donde antes había un pequeño balcón, cuyas rejas ahora forman parte del cerramiento de la terraza. La puerta, en cambio, era la que daba a la galería de atrás. La ventanita de la cocina la sacamos del lavadero, en donde pusimos la del patio izquierdo. Donde está ese ventanal, antes había una puerta doble, que ahora está en la galería de adelante. Esa puerta, antes, había estado en la pared que da a la huerta. No estamos en condiciones de reconstruir por completo el estado inicial de la casa, pero creemos que existen altas probabilidades de que, muy pronto, todo vuelva a estar como al principio. Quién sabe.

sábado, 6 de septiembre de 2008

Mismas vocales

-Luli, ¿no tenés frío?
-No, pero tengo hipo.

Ignorancia

En un cuenco fresco dejado a la sombra, entre las matas de hierbas crecidas junto al arroyo, se hallaba la miel más prodigiosa del mundo; pero las moscas no lo sabían, y por eso, en lugar de deleitarse con su sabor –que, sin duda, debía ser exquisito–, se amontonaban entre los restos endurecidos de desayunos ya rancios, engullendo lo que quedaba de sus tostadas con mermelada y manteca sobre manteles de hule viejos.

viernes, 5 de septiembre de 2008

Anhelo

Y después, cuando todos se reúnen alrededor del fuego y empiezan una vez más las conversaciones de siempre, los temas que ha escuchado hasta el cansancio, y soportado, y sufrido hasta el cansancio, no pierde las esperanzas de que alguna vez, en algún tiempo lejano, puedan hablar de algo distinto, algo que no tenga que ver con la nostalgia, ni con las quejas, ni con el enojo, ni con el aburrimiento, ni con la envidia, ni con el hambre, ni con el resentimiento, sino de algo que, en lugar de hacer languidecer la noche por sobre sus cabezas, en lugar de adormecer el deseo, en lugar de enfriar el tiempo hasta el desmayo, avive las llamas y alimente el fuego.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Endorfinas

Es una sensación como de estar flotando. O más aún, de estar volando. Pero es un volar adentro de uno mismo, como si el interior se expandiera y allí tuviera cabida el universo entero, encarnado en la propia consciencia. Algo se abre con un ligero cosquilleo que permanece ahí, aleteando, promoviendo más movimientos expansivos, y cuanto más expansivos más livianos. Entonces es como si la mente se pusiera en puntas de pie para tratar de alcanzar lo que está más allá, y en ese estirarse provocara una sensación placentera en todos sus músculos, y quisiera seguir en ese estado que es a la vez de expectativas y de ausencia de deseo, en el sentido de que no importa la satisfacción porque ese movimiento es en sí mismo satisfactorio y pleno, porque se basta a sí mismo, y no tiene principio ni fin. Y no importa lo que suceda, o dónde nos encontremos, o qué estemos haciendo, es así. Siempre es así en los momentos que podríamos llamar de felicidad.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Investidura

El de la ferretería lo había dicho en broma: ahora usted va a salir de aquí con esto en la mano, agrediendo al público. O puede ir practicando esgrima. Me reí por la ocurrencia, pero cuando salí a la calle sentí que ese objeto tenía lo suyo. No es algo común llevar en la mano un barral de madera de dos metros de largo. En la ferretería, o más tarde, cuando estuviera colocado en la pared como corresponde, era algo que servía para sostener una cortina. Pero en ese momento era otra cosa. Algo que intimidaba. Algo con lo cual se podía lastimar. Algo que confería un poder especial. Un arma defensiva, tal vez, para sentirse más seguros en los tiempos que corren. Cuidado con el que se atraviese conmigo. Me pareció que la gente se apartaba sutilmente a mi paso. Cuando entré al quiosco, dos chicas que estaban charlando se quedaron calladas, y hasta sentí la necesidad de aclarar que no pensaba hacerles nada. Medio en broma, también, pero por las dudas.

Hasta los objetos más inocentes pueden investirse de maldad.

martes, 2 de septiembre de 2008

Primera fila

Cómo cantan los pájaros este año, pensé. Están como enloquecidos, parece como si quisieran hacerse oír por sobre los ruidos de la calle. O tal vez hay más pájaros que antes, me digo, quién sabe, los cambios climáticos pueden haber desencadenado una serie de respuestas atípicas en el reino animal. Eso estaría bueno, aunque me asusta un poco. De pronto, Hitchcock me viene a la mente. Decenas de pájaros rodeando la casa, volando sobre nuestras cabezas, enrareciendo el aire, llamándose entre sí con gritos ensordecedores. Pero no, estos cantan con amabilidad. No parecen dispuestos a acosar a nadie. El otro día, un zorzal traspasó los límites del jardín de la casa de unos amigos, y se paseó un rato por la cocina, buscando migas. Pero apenas advirtió que lo mirábamos, se fue. Y sin embargo, los oigo cantar más que antes. Entonces, me acuerdo. Antes vivía en un piso catorce y ahora estoy a sólo un piso de altura, cerca de las copas de los árboles que crecen en la calle y en los fondos de las casas vecinas. Y los pájaros cantan en las ramas de los árboles. Entonces no es que cantan más, es sólo que estoy, cómo decirlo, más cerca del escenario.

viernes, 29 de agosto de 2008

Libertad de los objetos III

Cuatro de la madrugada. No sé si me despierto a causa del ruido, o si oigo el sonido unos instantes después de haber despertado. Es un repiqueteo, algo suavemente metálico que me hace pensar en cristal, o en una fuente. Me incorporo en la oscuridad y camino dos pasos. Parece como si hubiera algo pegajoso, porque la suela de las ojotas se queda adherida por unos segundos en cada paso que doy. Enciendo la luz. Está inundado. No es una inundación total, pero un enorme charco abarca toda la habitación, y no habrá más remedio que ir a buscar trapos y un balde. A la mañana siguiente descubriremos que el agua venía del lavarropas, algo que pudo solucionarse con sólo sacar el filtro que está ahí nomás, detrás de una tapita en el frente, y limpiándolo. Hace poco, no lejos de aquí, un plomero ha cobrado setenta pesos para hacer la misma operación.

Ocho y media de la mañana. Voy a la cocina y saco de la heladera una botella de agua mineral. Está mojada, se resbala, no puedo retenerla: se cae a mis pies y el agua salta en un chorro insidioso que moja la parte baja de mis pantalones.

Ahora sólo falta que alguien me tire el I Ching y todo el texto se explaye en forma abundante sobre el significado de los cursos de agua que fluyen libremente por los caminos de la vida.

miércoles, 27 de agosto de 2008

Momento Ramiro

Ya jugué con todas las cosas que me pusieron alrededor. Voy a mirar para arriba, a ver qué más hay. La luz. Me encantaría tener esa lámpara con forma de pelota, pero está muy lejos. Mi tía y mi abuela están comiendo algo. Quiero eso. Pido, grito un poco. Pongo cara de simpático. Me dan: es una galletita. Mmm, está buena. Un poco dura, pero la deshago despacio con las encías. También intervienen un poco los dos dientes que tengo abajo, allá adelante. Se me caen algunas migas y me cuesta mucho levantarlas del suelo. Ya sé, voy a usar la galletita para agarrarlas. Ahí va. A ver: no, no se puede. Decididamente, una galletita no es una buena herramienta.

martes, 26 de agosto de 2008

Libertad de los objetos II

No hay nada como las mangas de una camisa braceando libremente al viento, los faldones hinchándose de orgullo, oliendo a limpio, a frescura primordial. Parece mentira, pero hay sitios donde la ropa tiene vedada la posibilidad de secarse tranquilamente al sol. Hace poco, buscando en Internet uno de esos artefactos que sirven para colgar la ropa a secar en espacios reducidos, descubrí que hay un movimiento organizado que lucha por el derecho a tender la ropa al aire libre, algo que parece tan elemental y que, sin embargo, la mayoría de los consorcios de barrios privados prohiben, especialmente en los Estados Unidos.

domingo, 24 de agosto de 2008

Libertad de los objetos

Las gimnastas lanzan los aros por el aire, los recuperan, los vuelven a lanzar y nuevamente a recobrar, y todo con la misma gracia, con movimientos elásticos, suaves, coordinados. Mezclándose entre ellas, volviendo a separarse, manejándose entre sí y con los objetos como si todo lo que las rodea fuera parte de una misma entidad viviente. Todo ha funcionado bien hasta ahora, se ve en las sonrisas tensas y las posturas orgullosas, hasta que una de ellas pierde contacto con el aro, y entonces debe abandonar el paso de ballet para ponerse a gatas y levantarlo del suelo donde ha quedado inmóvil, como dibujado, en una posición indigna de ese sitio privilegiado. Años de preparación tirados por la borda, y todo por culpa de ese aro que se sintió libre justo en el momento menos indicado.

viernes, 22 de agosto de 2008

Guía

La flecha señaló un lugar preciso en el espacio completamente vacío. Inmóvil, se dispuso a esperar todo el tiempo que fuera necesario. No había dudas con respecto a la trayectoria ni al objetivo hacia el que apuntaba; pero nada se veía en ese sitio. Sin embargo, la flecha seguía allí. Poco a poco, un movimiento se fue gestando en el lugar de destino, primero en forma invisible, como unas oleadas de calor que llegaban anunciando lo que vendría. La flecha seguía sin inmutarse. Entonces, unas líneas curvas y apretadas fueron alistándose una al lado de la otra, formando una línea, y luego otra, y otra, dando sentido al espacio en blanco, mientras la flecha, que había dejado de ser flecha y ya era un pequeño segmento de recta vertical, corría delante de las letras, siempre adelante, siempre marcando la dirección, sin poder ser alcanzada jamás.

miércoles, 20 de agosto de 2008

Raíces verdaderas

No soy buena para las plantas. No es que no me gusten. Es más bien que no tengo mano, como suele decirse. Me olvido de regarlas, no sé cuánta agua hay que ponerles, no tengo idea de cómo se hace para pasarlas a otra maceta sin que sufran, ni en qué época conviene plantarlas. Así que, por lo general, suelen tener poca vida conmigo. Lo lamento cada vez que eso ocurre, y me apena, pero eso no arregla las cosas. A veces pienso que ellas lo saben, y no cuentan mucho conmigo. Conocen su destino y lo aceptan resignadamente. Creo que si pudieran saldrían corriendo. Pero no, no pueden. Cuando decidí mudarme, lo que menos miraba de los departamentos o casas que me mostraban era si tenían o no un balcón. Estuve a punto de comprar uno que no tenía un solo lugar apropiado para poner una maceta. Muy luminoso, pero sin espacios exteriores. Fantástico, pensé. Unas cuantas plantas más se salvaron del exterminio. No fue así. Poco después conocí la que va a ser mi casa, y no pude negarme. Era para mí. Todavía no me la entregaron, pero ya la estoy disfrutando. En mi cabeza hay un mapa en el que todos los días ubico muebles, pinto paredes y, sí, compro plantas en macetas. Limoneros, clavelinas, alegrías del hogar, azaleas. La nueva casa, en la que espero afincarme por bastante tiempo, tiene un balcón terraza (en realidad es una terraza de cuatro metros por cinco a continuación del living) con espacio suficiente bajo el sol como para poner las plantas que se me ocurran. Estoy atrapada. Pero también estoy encantada. Me parece que ha llegado la hora de reconciliarme con el reino vegetal.

martes, 19 de agosto de 2008

El orden de los factores

Persiste como si fuera roca. Trasciende como si fuera heroico. Perdura como si fuera acero. Persevera como si fuera infinito. Vive como si fuera inmortal. Descansa como si fuera eterno.

Descansa como si fuera inmortal. Vive como si fuera eterno. Persevera como si fuera acero. Perdura como si fuera heroico. Trasciende como si fuera roca. Persiste como si fuera infinito.

Vive como si fuera infinito. Persevera como si fuera heroico. Trasciende como si fuera inmortal. Perdura como si fuera eterno. Persiste como si fuera acero. Descansa como si fuera roca.

miércoles, 30 de julio de 2008

Necesidad

Desde la ventanilla del colectivo veo que en la vidriera de un negocio de ropa deportiva hay dos carteles de SE NECESITA. Uno dice SE NECESITA EMPLEADA; el otro dice SE NECESITA JUBILADO. Inmediatamente me pongo a pensar para qué necesitarán un jubilado. Todas las tareas que se me ocurren podría hacerlas perfectamente una persona joven, o un ama de casa, o un adulto cualquiera, sin más requisitos. Entonces pienso en el jubilado. En general, los jubilados ganan muy poco. Eureka, me digo. Necesitan a alguien que gane muy poco, para pagarle una miseria y a él le parezca tan conveniente como para aceptarla. ¿Puede haber una lógica de lo siniestro más certera y afinada que ésta?

Metáfora

Cuando vayas a despedir a tus parientes del interior, conviene que te quedes unos minutos más en el lugar de la partida. No sea que a alguno de ellos se le ocurra volver.

martes, 29 de julio de 2008

Qué se le va a hacer

Quiero aburrirte con detalles. Quiero interrumpirte. Quiero irme sin dar explicaciones. Quiero tratarte con desconsideración. Quiero mirarte con antipatía. Quiero exigir de mal modo. Quiero actuar con ingratitud. Quiero ser egoísta y que no me importe. Quiero mentir con naturalidad. Quiero negarte favores. Quiero escuchar tus ruegos con indiferencia. Quiero salir dando un portazo. Quiero ignorarte. Quiero que me tengan miedo. Quiero hacer todo lo contrario de lo que hago siempre. Pero no me sale.

martes, 22 de julio de 2008

El orden de los factores II

Discute como si fuera útil. Renuncia como si fuera gratis. Traiciona como si fuera ético. Presiona como si fuera inocuo. Amenaza como si fuera inocente. Agravia como si fuera justo. Se equivoca como si fuera humano.

Se equivoca como si fuera justo. Agravia como si fuera inocente. Amenaza como si fuera inocuo. Presiona como si fuera ético. Traiciona como si fuera gratis. Renuncia como si fuera útil. Discute como si fuera humano.

Renuncia como si fuera ético. Discute como si fuera gratis. Traiciona como si fuera inocuo. Presiona como si fuera inocente. Amenaza como si fuera justo. Agravia como si fuera humano. Se equivoca como si fuera útil.

domingo, 6 de julio de 2008

Pasaje

Allá, todo es más luminoso. Los bordes son suaves y redondeados. Se puede caminar sin tropezar, y hasta andar descalzos. No hay temor ni amenazas. De alguna manera, hay una fórmula que funciona y hace que todo permanezca en su sitio, sin temblores ni desmoronamientos. Pero allá todavía es muy lejos. Hay que atravesar paisajes difíciles, plagados de dudas y dificultades inesperadas. Por momentos, en el camino aparece una pequeñísima luz. Otras veces, la mayor parte del tiempo, todo es oscuro, húmedo y frío. Y sin embargo, nos empuja la convicción de que allá podremos afirmarnos y ser, por fin, como queríamos.

miércoles, 2 de julio de 2008

Se sobreentiende

-Buenas. No sé si entendí bien lo del cartelito en la vidriera.
-En efecto, usted está dudando porque le parece más una frase sacada de contexto que un anuncio.
-Es increíble, ustedes de veras sobreentienden.
-Y eso es justo lo que usted estaba buscando.
-¿Cómo lo adivinó?
-No lo adiviné. ¿Ya no se acuerda? Acá sobreentendemos.
-Es verdad. Es raro, porque uno está acostumbrado a sobreentender, no a ser sobreentendido.
-Sí, tratamos de no tener demasiada competencia en todo lo que hacemos. Y de diversificarnos, como ya lo habrá notado. Perdón: como ya lo ha notado. Hay que estar muy atentos en lo que decimos, porque a veces se nos escapan afirmaciones sin el suficiente sobreentendido como para satisfacer a nuestros clientes. Es difícil, a veces se confunde con omnipotencia, o lo que es peor, con soberbia.
-No mencione esa palabra, por favor.
-Perdón, debí sobreentender que a usted le molestaba. No volverá a suceder.
-No se preocupe, puedo entenderlo.
-Sí, ya lo sabía.

jueves, 26 de junio de 2008

Ascetismo

-Me imagino lo que le va a costar irse de aquí -le dije a la propietaria, una señora de unos ochenta años.

-No, para nada -dijo. -Yo no le doy ninguna importancia a las cosas materiales.

Lo dijo con una expresión beatífica, desde una paz supuestamente franciscana, mientras me mostraba su departamento decorado en estilo francés sobre una importante avenida, que tenía en venta para comprar uno más grande.

martes, 24 de junio de 2008

Soy huésped

La puerta no es mi puerta. Las paredes no son mis paredes. La mesa no es mi mesa. La cocina no es mi cocina. Los platos no son mis platos. La ventana no es mi ventana. La heladera no es mi heladera. El televisor no es mi televisor. El baño no es mi baño. El techo no es mi techo. Las llaves no son mis llaves. La calle no es mi calle. Pero la vida, para bien o para mal, sigue siendo mi vida.

sábado, 21 de junio de 2008

El orden de los factores

Sueña como si fuera fácil. Camina como si fuera ágil. Respira como si fuera simple. Escribe como si fuera hábil. Vive como si fuera gratis. Piensa como si fuera posible. Se mueve como si fuera libre.

Se mueve como si fuera fácil. Piensa como si fuera ágil. Vive como si fuera simple. Escribe como si fuera gratis. Respira como si fuera hábil. Camina como si fuera posible. Sueña como si fuera libre.

Camina como si fuera libre. Sueña como si fuera posible. Respira como si fuera gratis. Escribe como si fuera simple. Vive como si fuera hábil. Se mueve como si fuera ágil. Piensa como si fuera fácil.

domingo, 15 de junio de 2008

El medio

Escribía con un lápiz al que se le había gastado tanto la punta que sólo dejaba marcas en el papel al arrastrarlo con mucha fuerza, y las marcas eran sólo el trazo hundido del papel, sin nada de color, de manera que no podía leer lo que iba escribiendo. Cuanto más trataba de que aquello funcionara –cuanto más fracasaba– más furia tenía, hasta que por fin empuñó el lápiz como si fuera una daga y arremetió contra el papel con movimientos espasmódicos, dejándolo rasgado y agujereado. Y ése era el mensaje.

sábado, 14 de junio de 2008

Renegada

La clase media ya me está produciendo asco. Y no me vengan con eso de las contradicciones, porque las tengo clarísimas y, sobre todo, no me impiden pensar.

jueves, 12 de junio de 2008

Estados alterados

“Escribí tangencialmente”, me dice Eduardo. Me siento frente a la computadora y miro de costado (puedo escribir sin mirar): veo una biblioteca desarmada. Entonces giro la cabeza para el otro costado. Cajas. Trato de no mirarlas de frente, ya que la idea es actuar en forma tangencial. Casi estoy a punto de obtener una visión nublada, como borrosa, de las cajas. Las cajas se transforman en un paisaje abstracto. Me concentro en el paisaje abstracto. Hay manchas negras, verdes y azules, pero predomina el marrón claro, color madera. También hay algunos brillos. Me cuesta mirar así, desenfocando, así que aparto la mirada apenas me doy cuenta de que los brillos provienen de la cinta de embalar. No hay caso, Eduardo, no me puedo escapar por la tangente.

martes, 10 de junio de 2008

Oquedades

Es el mismo lugar de siempre, pero suena distinto. Los ruidos, que antes se perdían entre los repliegues de texturas amables para hundirse como corresponde en la espesura mullida de papel y cartulina, ahora andan perdidos en el aire, cansados de buscar guarida sin encontrarla. Sin libros, la casa suena a cabeza hueca.

domingo, 8 de junio de 2008

Recurrencia

Voy a decir algo imperdonablemente obvio: lo que más me cuesta no es vaciar esta casa de objetos, sino vaciarla de mí.

martes, 3 de junio de 2008

Como dijo Mario

Es inevitable. Por más orden que se tenga, por más organizado que sea el proceso de la mudanza (cajas rotuladas, etiquetas, listas, libros separados por género, vajilla protegida por envolturas y más envolturas, fechas agendadas, objetos clasificados por orden de importancia), todos sabemos que, al final, cuando todo haya terminado, deambularemos por toda la casa en busca de una cucharita de café.

viernes, 30 de mayo de 2008

Separadas por la fe

Catastro, al contrario de catástrofe, es una palabra incrédula.

Cansancio

Motas de polvo. Ojos abiertos mucho tiempo antes de que salga el sol. Secos, irritados. Hambre a media mañana, porque el desayuno quedó muy lejos. Deudas inesperadas, como la de esa factura que nunca llegó, ahora reclamada por teléfono con una seca grabación automática. Que si quiero, puedo pagarla telefónicamente. Con la tarjeta de crédito, sí. A este número. Rápido, papel y bolígrafo. Trámites interminables que nunca entenderé, de ésos que necesitan especialistas. Agrimensores. Contadores. Escribanos. Agentes inmobiliarios. Nombres tan feos como “cédula catastral”. Quién puede tener ganas de obtener una cédula catastral. Yo no. Yo quiero tener amigos, el afecto de la familia, libros, música, un lugar con luz. Pero nunca se me ocurriría ambicionar una cédula catastral. Jamás, ni en mis sueños más devaluados. Pero hay que hacerlo, dice el agente inmobiliario. Hay que hacerlo, dice el escribano. Hay que hacerlo, dice el contador. A quién voy a engañar: en la mayoría de los casos, me limito a enviar datos por email. Pero hay que encontrar esos datos, eh. Hay que buscar la valuación fiscal en la boleta del impuesto inmobiliario. Hay que copiar los polígonos y las parcelas y las subparcelas. ¿A quién se le ocurren todos estos horrores? A mí, no. Pero hay que hacerlo. Sí, hay que hacerlo.

jueves, 29 de mayo de 2008

Noventa nietos

Alguna vez, cada uno de estos noventa jóvenes encontrados hasta ahora por Abuelas les contarán su historia a sus propios nietos, quienes en su momento se la relatarán a los suyos, hasta que llegará un tiempo en que alguno de ellos dirá: “Abuela, esto que me estás contando es demasiado increíble, hasta para ser un cuento”.

miércoles, 28 de mayo de 2008

Estilo Discépolo

El gobierno y los empresarios del campo deberían salir de gira.

Treinta años

Hoy está nublado. Si tengo suerte y sigue así, no tengo que ir a ver departamentos. En un día nublado no hay forma de saber si la luz del sol entra alegremente, si se cuela apenas por un costado o si se mantiene ausente, en actitud de total desprecio. Así que, por ahora, no hay citas. Necesitaba este descanso, aunque sólo sea para poder pensar. Treinta años en la misma casa es mucho tiempo: nadie debería vivir treinta años en la misma casa. Son demasiadas vidas, demasiadas alegrías, demasiados dolores. Es muy difícil hacer proyectos en una casa en la que se ha vivido treinta años. La historia pesa como una mochila que contuviera una inmensa esponja mojada. Todo: lo que fue, lo que podría haber sido, lo que no pudo ser. Como en un bolero, cada recuerdo raspa sin anestesia y nos revela nuestro costado más cursi, el de la nostalgia inútil. El cambio promete casi un milagro: ensanchar el futuro, agrandar las posibilidades. Entramos en el mundo de lo potencial. Con un poco de insolencia, hasta nos sentimos capaces de soñar. Investimos con nuestra esencia lugares que todavía no existen. Elegimos con los ojos cerrados. Nos imaginamos realidades amables. Y sin embargo, cómo cuesta dejar atrás una casa en la que se ha vivido treinta años.

domingo, 25 de mayo de 2008

Estratagema

Se acomodó para dormir, pero todos sus pensamientos estaban más despiertos que nunca. Entonces se levantó despacio, sin hacer ruido para no despertar sospechas, se preparó un trago, lo tomó de pie apoyado en la mesa de la cocina y luego se sentó a esperar los pedidos de auxilio de los ahogados, totalmente decidido a ignorarlos.

viernes, 23 de mayo de 2008

Máxima

Si no puedes ayudar, molesta. Lo importante es participar.

jueves, 22 de mayo de 2008

Buenos negocios

Últimamente, esto se está pareciendo a un diario íntimo. Creo que no me queda espacio en el cerebro para otra cosa. Tengo que irme de esta casa y todavía no conseguí lo que quiero, así que los muebles irán por un lado (todavía no sé adónde) y yo por otro, de huésped. Lo bueno es que descubrí que hay mucha gente que me quiere. Porque convengamos en que no es lo mismo invitar a alguien a tomar un café, o a cenar, que invitarlo a vivir en tu casa; y yo ya tengo seis ofrecimientos. Parece, nomás, que tener buenos vínculos es, lejos, el mejor negocio.

Venganza

–Como usted ve, es muy luminoso. Le faltan algunos detalles de pintura.
–¿De pintura? Mire, para pintar algo tiene que haber una pared más o menos lisa. Y además, en el aviso dice living y comedor. ¿Dónde está el living?
–Ahí. ¿Vio al abrir la puerta se choca con algo? Es el sillón.
–¿Y esas manchas que hay en el techo?
–Ah, eso. Sí, le explico: era humedad, pero ya lo arreglaron.
–¿Cómo que ya lo arreglaron?
–Sí, arreglaron la terraza. Falta revocar el cielorraso, y pintarlo.
–La cocina no tiene alacenas.
–No, tiene muebles bajo mesada. La idea es que el propietario pueda elegir libremente qué alacenas va a poner. En ese sentido, los dueños actuales son muy considerados.
–¿Y los sanitarios? Tiene solamente la grifería.
–También, es a su gusto.
–Pero, ¿usted me está tomando el pelo?
–No, y perdone, pero a veces no puedo resistir la tentación de desquitarme en los que vienen a ver esta porquería. Alguien tiene que pagar la vergüenza que me está haciendo pasar esta gente.

domingo, 18 de mayo de 2008

Una buena patada en el culo

Hay momentos en que los seres humanos nos parecemos a esos artefactos que necesitan un buen sacudón para volver a ponerse en funcionamiento. La diferencia que tenemos con ellos es que, muchas veces, el sacudón nos lo propinamos nosotros mismos.

sábado, 17 de mayo de 2008

Lum. coch. pro.

Es increíble la cantidad de tremendas porquerías que puede llegar a poner en venta la gente. Lo peor es que piensan que, como se trata de una propiedad, cualquier cosa vale oro. Y no se les mueve un pelo.

viernes, 16 de mayo de 2008

La multiplicación de las piedras

Ahí va una. Ah, cómo pesa. Pero no hay manera; se la debe sacar de encima. Ya está, qué bien. Ahora podemos pensar en la piedra que sigue. Caramba, cayó otra y se instaló en el lugar de la que acabamos de sacar. Habrá que repetir la operación. Lleva su tiempo. Además, intervienen varios factores que no dependen solamente de nosotros, no. Hay que tener un poco de paciencia, hay que esperar el momento y la ocasión. Ya va. Ay, pero qué ansiedad, hasta que no saquemos esta otra no podremos hacer nada más. Ya sale, un poco más de fuerza. Primero hay que mover esta pequeñita que parece estar adosada. Todo a su tiempo. Ahora sí. Éste es el modo. Todas las demás –y las que se irán agregando en lo sucesivo– deberán ser removidas con el mismo esfuerzo, con la misma paciencia, apretando los dientes y pensando en el alivio de no tener ya más piedras que mover, por lo menos por un buen rato.

jueves, 15 de mayo de 2008

Lo repito

Lo dije aquí mismo el martes ocho de abril: el otoño es nuestra mejor estación. Pasaron los humos, pasaron las cenizas, y tenemos veintidós grados a las siete y media de la tarde. ¿Alguien tiene algo que oponer?

Tránsito difícil

Necesito un semáforo para que intervenga en la congestión que le hace la vida difícil a mi cabeza: todos los pensamientos quieren pasar al mismo tiempo.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Adrenalina

Si es verdadera esa leyenda urbana acerca de una aplanadora que pasó por encima de un hombre (que vivió para contarlo), en este momento puedo asegurar que tengo una idea bastante aproximada de lo que sintió.

martes, 13 de mayo de 2008

Bisagra

Camino como una fiera enjaulada. Pero no tiene nada que ver con el espacio; al contrario, es una jaula demasiado grande para mí. Las cachorras hace rato que se fueron, tienen sus propios cachorritos, y me gusta estar sola. Con gran trabajo, hace más de un año tomé una gran decisión: vender la casa, mudarme a algo mucho más chico, tener menos gastos. Ahora apareció un posible comprador. Y aquí estoy, excitada por las perspectivas y a la vez apenada, preocupada, pasando del optimismo a la angustia, pensando que tal vez me voy a equivocar, que me va a salir todo mal, que me voy a arrepentir, que ya nada –para bien o para mal– será lo que era.

lunes, 12 de mayo de 2008

Necesidades

Hace minutos, en un programa de noticias:
Playón de ómnibus de “corta distancia”. Varios hombres corpulentos. Ruido de bombos.
Periodista: ¿Usted representa a los choferes que están protestando aquí?
Delegado: Sí, porque esta terminal de ómnibus fue inaugurada hace un año pero los baños siguen cerrados. Y entonces los choferes no tienen dónde hacer sus necesidades psicofísicas.

Intemperie

En el refugio somos pocos, pero estamos amontonados como si el espacio fuera escaso. Necesitamos estar así, bien cercanos. Tocarnos, olernos, saber qué dice cada uno, cambiar opiniones. Protegernos, buscar líneas de pensamiento. Pensar cursos de acción para cuando nos toque salir. Este aislamiento transitorio nos produce alivio, porque estar afuera, hoy, es muy difícil. Lo comprobamos cada vez que salimos. Grupos de gente disfrazada, con máscaras pesadas que parecen haber sido moldeadas a golpes, y portando estandartes de muchos colores que no alcanzan a engañarnos, amenazan con llevarnos por delante cada vez que asomamos la nariz. Gritan, aúllan. Más que nada, repiten. Dicen las mismas frases llenas de preconceptos, escuchadas en los altavoces que aturden todo el tiempo, que no dejan pensar. Inventan monstruos, de ésos que, de tanto ser convocados, podrían llegar a ser reales. Y sobre todo, odian. Odian con todas sus fuerzas. Así que, mientras podamos, vamos a seguir así, unidos como nunca, hasta que se nos ocurra algo, hasta que a alguien, afuera, se le desgarre el disfraz y todo el mundo pueda, por fin, verlo desnudo.

domingo, 11 de mayo de 2008

Vigilia

Son las cuatro de la mañana. Hace frío, porque la estufa a querosene se apagó y estamos en el campo. De la cama de al lado vienen unos ronquidos suaves pero persistentes. Los perros ladran, y activan el mecanismo atávico de todos los perros de los alrededores. Muchos perros ladran. Mis orejas están heladas. Trato de relajarme, de abandonar el estado de alerta. Intento olvidarme de las noticias y pensar en cosas amables, en personas queridas. Recuerdo un email que me hizo mucha gracia, porque incluía dos adjetivos poco usuales: mamerto y patoso. Insólitamente, una sonrisa modifica mi musculatura facial, contrariando las leyes del insomnio. Es increíble esto de reírse a solas, y mucho más si son las cuatro de la mañana (noche, más bien) y el sueño se empecina en no regresar. Empiezan a cantar los gallos, un sonido que se lleva bastante bien con el compás de los ladridos. Cuento: ocho ladridos, un gallo. Me tapo las orejas con las cobijas y me doy vuelta. Siempre es más cómodo el costado izquierdo, al revés de lo que pasa en la política. Los ronquidos cesaron. Ahora sólo falta que se callen los perros y los gallos, y que el mundo se vuelva un poco, sólo un poco más cuerdo de lo que es.

viernes, 9 de mayo de 2008

Disfraz

Hay algo sobre nuestras cabezas. No es la nave nodriza de los invasores extraterrestres, no. Es algo más difuso, casi diría que es apenas un color. Menos que eso: una tonalidad. Tampoco es humo, aunque todavía se siente un poco de olor, sobre todo por las mañanas. Los meteorólogos dicen que son las cenizas volcánicas que vienen del sur, y que están a más de tres mil metros de altura. Yo, en cambio, creo que eso (lo que sea) está más cerca. Mucho más cerca. Y no sólo está encima de nosotros, sino a nuestro alrededor, y en muchos, muchísimos casos, adentro. No es fácil verlo, porque asume diversas máscaras. Pero hay momentos, ah, hay momentos en que se muestra tan claramente que duele. Uno de sus nombres es intolerancia.

jueves, 8 de mayo de 2008

Preguntonta

La soja, ¿es una asesina cereal?

miércoles, 7 de mayo de 2008

Soledad

Hacía bastante tiempo que le costaba entenderse con la gente. En los últimos años había tenido la sensación de que el idioma había ido menguando y empobreciéndose paulatinamente a su alrededor, hasta llegar a una sucesión de sonidos extraños que apenas lograba descifrar. Una mañana, cuando despertó, oyó gruñidos. Encendió la radio. Los gruñidos tenían algún sentido, pero seguían siendo gruñidos. Probó con el televisor. Más gruñidos, esta vez ininteligibles. Llamó a su mejor amigo. “¿Ya lo notaste?” escuchó del otro lado de la línea. “Y, se veía venir”. “Me gustaría saber cuántos quedamos”, dijo ella. “No te hagas ilusiones” escuchó, luego de una pausa. “Y lo peor”, siguió la voz, “es que entre ellos se entienden. No me preguntes cómo, pero se entienden”.

martes, 6 de mayo de 2008

Literalidad

Se calzó los guantes. El del pie izquierdo le apretaba un poco.
No, así no vamos a ninguna parte. A ver:
Tomó la llamada que estaba entrando. Pero igual seguía teniendo sed.
No, así tampoco. Veamos:
Querían hacer el amor. Pero se dieron cuenta de que ya lo habían hecho otros.
Bueno, seguimos en la misma. Otra vez:
Me ganó la impaciencia. No volveré a apostar con ella.
Y dale.
Se moría de frío. Y resucitaba a los pocos segundos.
No hay caso. Hay días en los que no me puedo resistir al sentido literal de algunas expresiones.

lunes, 5 de mayo de 2008

Buenos modales

–Buenos días, ¿sería tan amable de comunicarme con la señora de la casa?
–En este momento no puede atenderlo, está enterrando a un muerto.
–Ah, caramba. ¿Y hay alguna otra persona de la familia?
–No, solamente la señora.
–Pero… ¿no me dijo que estaba en un entierro?
–No, señor, usted disculpe, le dije que estaba enterrando a alguien.
–¿Dónde, si es que puedo preguntar? A veces me tomo esos atrevimientos.
–No hay problema. Aquí, en el jardín de atrás. Lo acaba de matar. Pero no se preocupe, que en una hora termina y yo le paso su mensaje.
–Bueno, gracias. Ha sido usted muy amable. Adiós.
–Perdone, usted todavía no me ha dicho quién habla. O de parte de quién.
–No se preocupe, yo la vuelvo a llamar.
–Muy bien, entonces, que tenga un buen día.
–Lo mismo para usted.

Bolivia

Cada vez entiendo más el sentido de la palabra reacción.

domingo, 4 de mayo de 2008

Nota al pie

Se sentó a leer el diario como de costumbre, aunque no se sentía como de costumbre. Se avecinaban tiempos difíciles en su vida –tiempos de cambio, de decisiones, de riesgos– y todos los pensamientos relacionados con eso invadían cada cosa que pretendía hacer. Sin embargo, quería leer el diario. Descubrió que moviendo el pie derecho conseguía mantener a raya las distracciones que le imponía su acelerada actividad mental, y así poder concentrarse en la lectura. Sobre todo, los artículos con información económica, que eran todo un desafío para alguien que no era especialista y sin embargo se sentía atraída. El pie se movía cada vez más frenéticamente. Devoró dos o tres notas sobre un conflicto que parecía no tener solución, una vez más –pensó– a causa de la irracionalidad. Las notas estaban muy bien redactadas. Pero el pie se aceleraba más y más. Pasó a la sección Internacionales, tratando de prestarle tanta atención como a lo anterior. Pero el pie. Intentó distraerse con el suplemento cultural, pero los movimientos del pie se le impusieron con una fuerza y un vigor tales que ya no pudo ignorarlos más. Resignada, abandonó la lectura del diario y se sentó frente a la computadora para escribir la primera entrada del día en su blog.

sábado, 3 de mayo de 2008

Estimado público

Y ahora, señoras y señores, a pedido del público voy a entonar otra canción. Es una bella composición… ah, sí, muchas gracias, el huevo es muy bueno para la garganta. Como les decía, se trata de una hermosa tonada, epa, con un huevo solo alcanzaba, que fue compuesta allá por el… bueno, definitivamente se han empeñado en decirme algo, realmente cuesta mucho hablar así, con la yema corriendo por mi oreja y una hoja de repollo en la frente, pero en fin, trataré de seguir, esperen que esquivo un tomate, el show debe continuar, dónde consiguieron pepinos en esta época del año, y me voy a acompañar como siempre… caramba, alcauciles, esto se está poniendo sofisticado… les decía que me voy a acompañar con mi guitarra ¡no, a la guitarra nooo! A ver si suena: sí, perfecto, no importa, sigan mientras yo rasgueo la bordona, ahí les va de vuelta una pera, y mientras hago sonar los mágicos acordes, bananas maduras, qué pena, los mágicos acordes de mi instrumento, me voy a acompañar con la música para decirles, upa, una zanahoria, para decirles las palabras que ustedes, seguramente, ¡zapallitos!, las palabras que están esperando: buenas noches.

El gato agradece

Durante esta semana, la alimentación de Gato Hambriento ha sido errática y escasa. Como puede verse más abajo, y luego del tirón de orejas de varios de sus lectores, hoy he vuelto a alimentarlo. En este momento se está acariciando los bigotes, esperando más comida. Ya va, Gato, ya va. Pobre Gato.

Puthod

Lo dije hace una semana. La locura y la irracionalidad siguen estando ahí. Sólo que, como dice Sandra Russo, tenemos una costra. Y es verdad: la locura no es sólo que secuestren a un ex desaparecido, y lo vuelvan a torturar después de más de treinta años. La locura es que no hablemos de eso. Tal vez estemos demasiado ocupados tratando de tener razón.

martes, 29 de abril de 2008

Me pregunto

Cuando era chica, fastidiaba a mi familia preguntando todo. Pertenezco a una generación en la que no se consideraba demasiado importante prestar atención a las preguntas de los niños, así que, seguramente para llevar la contra, me hice preguntona. Ahora me doy cuenta de lo valioso que es no quedarse con la primera respuesta. Aun aquélla que nos parece redonda, incuestionable, tiene su costado abierto. Y por ahí se filtran las preguntas. Hay que interrogar. Interrogar los textos, interrogar los diálogos, los gritos y los susurros, interrogar los signos, los números, las ideas, las formas, la realidad, la interpretación de la realidad, la interpretación de la interpretación de la realidad. Interrogarnos a nosotros mismos, sujetos de ese experimento constante que es la vida. Preguntarnos si es cierto lo que se dice por ahí, o si podría ser de otra manera. O de otra. O de otra. Y sólo ponerle límites a esta manía interrogatoria para descansar por un rato en el peldaño de una verdad relativa. Y después, seguir y seguir, porque si pensamos que hay una sola verdad, estamos listos.

sábado, 26 de abril de 2008

Estado de alerta

Con este sol de otoño –débil pero a su manera cálido, alentador– y este cielo indudablemente azul, parece irreal la idea de una nube de humo agrisándonos la vida durante las veinticuatro horas del día. Y sin embargo, ESO está ahí, aunque no lo veamos. El humo, la guerra, el hambre –en fin, la locura–, esperan semiescondidos en las sombras para saltarnos encima y adueñarse de nosotros ante el menor descuido, en cualquier momento.

Fernández

–Venga, Fernández. Quiero decirle algo.
–Ya voy, Fernández, termino de hablar con Fernández y estoy con usted.
–…
–Sí, dígame, Fernández.
–Mire, Fernández, ayer estábamos viendo con Fernández la conveniencia de que sea Fernández quien se ocupe del equipo de Fernández.
–¿Le parece, Fernández? Yo tengo algunas dudas, aunque Fernández no es Fernández.
–Es que Fernández parece que no Fernández lo que le pide Fernández, entonces Fernández a Fernández para Fernández a todos los Fernández, vio.
–Fernández, entonces Fernández va a Fernández y Fernández conseguimos Fernández.
–Así lo espero, Fernández.
–Yo también lo Fernández, Fernández.
–Fernández Fernández, Fernández.
–Fernández Fernández.

viernes, 25 de abril de 2008

Procedimiento

Se toma una hoja de papel y se escribe un listado de todos los males recientes, de todas las equivocaciones, de todos los excesos que pueden haber provocado una crisis, un estancamiento o simplemente malestares de diverso signo. Luego se la dobla de manera conveniente como para hacer un barquito de papel. Se busca un espejo de agua y se espera con paciencia que sople el viento en dirección contraria a aquélla en la que estamos. Se coloca el barquito en el agua, y se espera hasta no verlo más. Este mismo artilugio se puede hacer también con otros materiales, como por ejemplo un ministro de economía.

Pollock

Mire, don chino, ya sé que usted no fía, pero yo me acuerdo que mi papá me contaba de la libreta del almacén cuando él era chico, la mamá lo mandaba a comprar arroz, porotos, lo que sea, y se lo anotaban. Nosotros nos conocemos, usted sabe que yo no le voy a fallar, así que se me ocurrió una cosa. Sí, ya sé que le cuesta entender castellano, pero usted tiene cara de gauchito, su mujer también, claro, ja ja, es la china, y me va a entender igual, además tengo algo para mostrarle, mire, lo hizo mi Joaquín, tiene cuatro añitos nada más, pero ya se ve que va a ser un genio de la pintura, mire qué trazos, mire la utilización del color, la luz, en fin, quién le dice que esta obra con el correr de los años no valga una fortuna, y yo se la doy a usted, viene a ser como uno de esos cuadros de ese tipo, Pollock creo que se llamaba, que chorreaba la pintura como si fuera de cualquier manera, pero no, no era de cualquier manera, era un artista magistral, sus cuadros se cotizan, hágame el favor, quiere, y le prometo que la semana que viene le pago.

jueves, 24 de abril de 2008

Dificultad

Cada vez se me hace más difícil pensar cuando está oscuro.

martes, 22 de abril de 2008

Se acepta

–Permisooo… Vine para saber si es cierto lo que dice en el cartel. Porque si hay algo que necesito, es ser aceptado.
–Es justo lo que hacemos aquí.
–Pero… ¿Están seguros? Mire que yo soy una persona bastante difícil, eh.
–Nosotros lo aceptamos.
–No se ofenda, pero no puedo menos que dudar. Es que hasta ahora he recibido más rechazos que aceptaciones. A la gente no suele gustarle mi manera de mirar torcido. Ni mis tics. O esos ruidos que me salen a veces de la garganta. No puedo evitarlo, pero a los demás no les importa, actúan como si yo lo hiciera a propósito. Y me hacen a un lado.
–Aquí lo aceptamos.
–¿Tal y como soy?
–Tal como es, ni más ni menos.
–¿Aceptan lo que sea? Mire, yo tengo un amigo que tiene una prima que es vecina de alguien que está de acuerdo con la pena de muerte, la tortura y la mutilación de las mujeres africanas.
–Ah, no, eso no podemos aceptarlo.
–¡Ajá! Entonces no es tan así. Ustedes discriminan.
–Y, no somos perfectos. Somos seres humanos, vio.

lunes, 21 de abril de 2008

Aire nuevo

Por fin se refrescó la atmósfera en Paraguay, donde un alentador cuarenta y uno por ciento eligió para presidente a Fernando Lugo. Ahora queda desearles buena suerte, y mucho apoyo por parte de los países vecinos (lo van a necesitar).

domingo, 20 de abril de 2008

Basta de gritos

Me parece que éste es un buen momento para superar la irritación y pensar un poco. O, por lo menos, para leer a los que piensan.

sábado, 19 de abril de 2008

Mundo humo

Proletarios del humo, uníos.
Eso no es nada del otro humo.
Colón descubrió el Nuevo Humo.
Se hace un humo por cualquier pavada.
Qué divertido es pescar con el mediohumo.
Definitivamente, no somos un país del primer humo.
A Maradona lo conocen en todo el humo.
Buenos Aires está llena de trotahumos.
Cada vez se hace más difícil no creer en el fin del humo.
Como a todo el humo, me afecta el mundo.

Himno

Y los libres del humo responden “al gran pueblo argentino, salud”.

Humor gris

Un antropófago a otro:
–Mmmm... argentinitos ahumados... mi plato favoriiitoooo...
(lo de las vocales repetidas es porque me lo imagino con la voz de Homero Simpson.)

Exorcismo

–Buenos humos. ¿Tiene la revista Humo?
–No, todavía no llegó. Raro, se distribuye los humos bien temprano o los viernes por la humo.
–Bueno, me doy una vuelta a eso de las humo. Ah, y otra cosa. La humo pasada le pedí que no me mandara más a casa el humo de los domingos. Es una porquería, y la revista ésa que trae es puro humo. Ya bastante con que tengamos que ver las noticias en el canal Humo, que es del mismo grupo.
–Sí, disculpe, es que el humo que hace el reparto se confundió.
–Bueno, dígale a ese chico que se fije bien. Y que no se olvide de traerme el otro humo. Después, el gruñón de mi humo me hace reclamos y no hay quien lo aguante en el desayuno. Dice que me olvido de todos los humos que me encarga. No es que sea machista, pero los humos por la mañana se levanta tarde y le gusta leer su humo preferido. Y si no está, o le trajeron otro, no sabe el humo que arma.
–No se preocupe, la entiendo.
–Bueno, me voy que tengo que preparar el humo.
–Adiós, que tenga un buen humo.

viernes, 18 de abril de 2008

Irracionalidad

Y volvemos a lo mismo: este sistema en el que vivimos no es racional. No tiene en cuenta al ser humano.

Venas abiertas, rutas cortadas

Para muchos de mi generación, el libro de Eduardo Galeano "Las venas abiertas de América Latina" fue, en su momento, una lectura imprescindible. La idea de esas venas drenando riquezas hacia el continente europeo (en los años de la conquista), escrita en forma poética, nos hipnotizaba y a la vez nos movía a hacer cosas. (Curiosamente, la expresión “venas abiertas” se parece mucho a “abrirse las venas”, equivalente ya no a terribles actos de expoliación por parte de una potencia dominante, sino a un acto autoinflingido. Como el que cometería alguien que no puede sobreponerse a las exigencias de un “superyó” freudiano, punitivo y malvado).

Hace menos de un mes, una especie de trombosis taponó las rutas de nuestro país, provocada por los gestos sobreactuados de nuestros productores rurales que decretaron que “por tiempo indeterminado” tuviéramos desabastecimiento, con la consiguiente alza de los precios y el desperdicio de leche y otros alimentos del que ya hablé. Fueron apoyados con más regocijo que indignación desde algunos sectores urbanos, por los representantes de un gorilismo agazapado que –no nos engañemos– está siempre ahí, en espera de poder salir a los gritos contra cualquier autoridad que no los represente “comme il faut”.

Hoy, el humo, como una burla, se ha instalado en nuestras vidas. Se supone que el origen es la quema de pastizales para renovar los campos de pastoreo, una vez más a causa de que las vacas han sido acorraladas por Su Majestad La Soja. Y más allá de que muchos de nosotros experimentamos los síntomas de una gripe, y de que no nos deja ver casi nada, el humo parece estar decidido a mostrarnos algo. Porque no es sólo esa especie de niebla maloliente lo que nos impide la visión, sino nuestra tendencia a creernos todo lo que nos dicen, especialmente desde los medios masivos. Sí, los mismos que se quejan de que el gobierno intenta coartar su libertad de expresión.

Por el humo se cortan hoy también las rutas, y hasta el puerto y las llegadas al aeroparque. Algunos camioneros pasan igual, a pesar de las advertencias y de los operativos dispuestos para evitar tragedias. Quieren llegar. Y eligen la peor manera. Nuevamente, el transporte de productos se ve frenado. Las venas siguen abiertas y las riquezas continúan derramándose; pero con nuestra ceguera (no la del humo, sino la permanente) se hace muy difícil saber de dónde nos viene esta vocación por el suicidio.

miércoles, 16 de abril de 2008

Cortinas de humo

–Esta mañana, la ciudad amaneció envuelta en un espeso manto de humo –dijo el conductor, como si no nos hubiéramos dado cuenta.
–Cada vez se ve menos –dijo el diariero de la esquina.
–Están quemando los pastizales –se oyó por ahí.
–Lo hacen a propósito, para provocar –escuché con particular atención.
Mientras tanto, el humo se hacía más denso y ocupaba todo el espacio, entraba por las ventanas entreabiertas e impedía la visión de cualquier cosa que estuviera a más de veinte centímetros de distancia. A algunas personas se les hacía imposible pensar; era como si el humo hubiera penetrado en su cerebro. Para otras –la inmensa mayoría– no había ninguna diferencia en ese aspecto. Varios días después, cuando el humo desapareció, algunos tuvieron la certeza de que algo les había sido robado. Pero no supieron decir qué. ¿Y el humo?, se preguntaron los opinadores de siempre, mirando a cámara con indignación. Nada, digo yo. Es sólo humo. Como siempre.

lunes, 14 de abril de 2008

Espejos ascendentes

Se encontró a sí mismo subiendo una escalera caracol. Y lo que vio no le gustó nada. Intentó entonces volver a bajar, pero en el tramo que había dejado atrás había otros subiendo. No podía verles el rostro hasta que estaban a unos pocos escalones, que era cuando estiraban el cuello para mirarlo. Y todos ponían la misma cara de repugnancia al descubrirse en él, y repetían su gesto de darse vuelta hasta encontrarse con el que venía detrás, ignorante del terrible disgusto que le esperaba apenas unos pasos más arriba.

sábado, 12 de abril de 2008

Intercambio

Un barco iba, el otro volvía. Falló el sistema de señales, o el radar, o hubo un maremoto, o ambos timoneles se quedaron dormidos a la vez. Los barcos chocaron entre sí con un golpe tan seco, tan preciso, tan limpio, que de pronto los pasajeros que iban se encontraron regresando en el otro barco, y los que volvían notaron que ahora desandaban el camino, en el barco que iba.

jueves, 10 de abril de 2008

Se posterga

–Buenas… Tengo que reconocer que ustedes me tienen de sorpresa en sorpresa… ¿Cómo es eso de “Se posterga” que pusieron ahora en la vidriera?
–Ah, sí, mire: como usted ya se habrá dado cuenta, buscamos permanentemente la forma de responder a las necesidades del público. Y hemos notado que a mucha gente, pero a mucha, mucha gente, le conviene que las cosas se posterguen. El tiempo pasa volando, vio, y cuando uno se quiere acordar, el asunto ése ya está encima y todavía no estamos preparados.
–Pero… No entiendo. Ustedes, ¿cómo hacen para postergar?
–Bueno, nosotros postergamos lo que está a la altura de nuestras posibilidades. Pero a usted lo deja con una sensación de alivio, como de algo que, si se dio alguna vez, puede volver a ocurrir. Una presentación, por ejemplo. O un examen. O una fiesta de ésas a las que usted siente que tiene que ir con una careta, disfrazado de alegre, divertido y ocurrente.
–No termino de entender. ¿Me podría dar un ejemplo, alguna postergación exitosa que ustedes hayan emprendido?
–Lo lamento, pero el inicio de esta nueva actividad ha sido postergado hasta nuevo aviso. Vuelva más adelante.

Resultado

¡Salió bien! (la receta de pollo en escabeche, digo).

Probando, uno, dos, tres...

Parece que hay algunos problemas técnicos con Google, así que no sé si esto que estoy escribiendo va a estar en sánscrito, o en esperanto, o si va a aparecer como una receta de pollo en escabeche (esto último no estaría mal, de todos modos, dado que la carne está carísima). En fin, veremos.

miércoles, 9 de abril de 2008

Cambio de rubro

Una abeja dormida al calor del sol de las tres de la tarde soñó que era de noche, y que la colmena era un sitio al que entraban y del cual salían clientes sedientos de otras mieles, menos nutritivas pero, al fin y al cabo, muy satisfactorias.

martes, 8 de abril de 2008

And the winner is…

Todos los años, el estado del tiempo confirma lo que algunos no nos cansamos de repetir: el otoño es, en estas latitudes, la mejor estación.

lunes, 7 de abril de 2008

Sensaciones

Azul. Frío. Áspero. Agridulce. Blando. Brillante. Verde. Aburrido. Amargo. Tibio. Frustrante. Abrigado. Excitante. Amarillo. Ácido. Duro. Opaco. Seco. Punzante. Pegajoso. Rojo. Irritante. Siniestro. Divertido. Liso. Caliente. Agudo. Empalagoso. Líquido. Gris. Rugoso. Aromático. Afelpado. Blanco. Rutilante. Difícil. Ondulante. Atronador. Sucio. Nuevo. Nauseabundo. Efervescente. Terso. Húmedo. Calmo. Templado. Estimulante. Negro. Vidrioso. Relajante. Escabroso. Mojado. Cansador. Inadecuado. Fresco. Urticante. Viscoso. Fácil. Incitante.

Y no necesariamente en ese orden.

Humildad

–Todavía no –dijo el piloto, sin mover los labios.
–¿Por qué no? –preguntó el copiloto, volviendo a quedar completamente inmóvil.
–Hay que esperar. No tienen que ver cómo nos recuperamos tan fácilmente de semejante caída: la idea es que no se sientan disminuidos. Que nos crean casi tan débiles y torpes como ellos. Y no suena creíble, para un terrestre, sobrevivir sin ninguna herida después de un impacto tan parecido al de un meteorito estrellándose contra la superficie de la Tierra.

domingo, 6 de abril de 2008

Diálogo desigual

Lucía, de cuatro años, viene a pasar la noche conmigo.
–Te voy a gastar –me dice.
–¿Cómo que me vas a gastar?
–Sí, voy a jugar tanto que vas a quedar así (hace la parodia de alguien desmayado de agotamiento).
–¿De dónde sacaste eso? –digo.
Se le ilumina la cara al encontrar la respuesta:
–De un buzón.
La miro con una mezcla de risa y sorpresa.
–No existís –le digo.
No se hace esperar:
–Si no existo, no hablo. ¡Pero estoy hablando!
Y sí, quedé gastada.

sábado, 5 de abril de 2008

Obsolescencia

Quiso jugar al solitario con cartas de verdad, pero el mazo era tan viejo que la sota no podía más con su artritis, el rey padecía de incontinencia urinaria, la reina no sabía ni dónde estaba, el dos de oros necesitaba anteojos y el as de espadas era sólo un hierro oxidado que ya no imponía respeto a nadie.

viernes, 4 de abril de 2008

Zanahorias y excusas

Y sí, somos como los asnos. La mayor parte del tiempo necesitamos un motivo para echarnos a andar. No digo que esté bien ni mal; sólo que es así. Y cuando encontramos un incentivo, aquella excusa que nos obligue a romper la inercia, descubrimos cuánto nos gusta hacer lo que estamos haciendo. Aunque después de un tiempo lo olvidemos. Creemos estar inmersos en una actividad secundaria, en una consecuencia, cuando en realidad lo que nos enciende es la actividad misma. Así somos. En otra época de mi vida, con el que era por entonces mi marido organizábamos cenas y reuniones de amigos para tener un motivo que nos llevara a embellecer la casa, ordenar, comprar alguna que otra lámpara. Y mientras lo hacíamos, una y otra vez nos dábamos cuenta de que eso nos causaba placer de por sí. Pero teníamos que poner una fecha límite. Una excusa. Ayer decidí que tenía que hacer algo para volver a cocinar, algo que realmente me gusta. ¿Qué hice? Vivo sola, así que compré muchas bandejitas para conservar pequeñas porciones en el freezer. Ese hecho bastó para que me sumergiera placenteramente entre sartenes y asaderas, mientras pensaba “¿por qué habré dejado de hacer esto, si me gustaba?”.

Necesitamos las fechas límites y las bandejitas, así como necesito este blog para escribir todos los días.

jueves, 3 de abril de 2008

“Acá sirve” *

No sé si alguna vez llegaremos a esa situación, pero hoy nuestras costumbres con respecto al descarte de materiales son muy diferentes a lo que se puede ver en las películas norteamericanas. Dejando de lado el lamentable desperdicio de alimentos originado por el paro de los ruralistas suspendido ayer, en la gran mayoría de los hogares argentinos se economiza y, para usar un término muy contemporáneo, se recicla. Se usan más paños y repasadores de tela que papel de cocina: no me imagino a una mamá argentina usando metros y metros de papel para limpiar un moquito de bebé que cayó al suelo, por ejemplo. Las bolsas del supermercado se guardan para ser reutilizadas, muchas veces para la basura. La mayor parte de la gente prefiere envases de gaseosa grandes. Yo lavo hasta las bolsitas ziploc, y hace poco descubrí que no era la única. Y todavía no cambié las lamparitas incadescentes por las de bajo consumo, pero ya lo voy a hacer. Así que, a mí no me miren.

* Frase antológica pronunciada por el personaje de Leonor Manso en la película argentina Made in Lanús, mientras su hombre, interpretado por el actor chileno Patricio Contreras, despotrica contra el auto desvencijado de ambos.

miércoles, 2 de abril de 2008

Se necesita

–Buenas. Ustedes pusieron en la vidriera un cartel, dice “se necesita”. Pero debo decirles que se olvidaron de poner qué es lo que necesitan.
–Y usted, ¿qué tiene para darnos?
–Bueno, depende de lo que necesiten.
–Lo que nosotros necesitamos no importa tanto como su necesidad de ser necesitado. Por eso pusimos “se necesita”. Sabíamos que alguien iba a entrar.
–¿Cómo es eso?
–Bueno, mire, no es fácil de explicar. ¿Tiene un rato? Venga, siéntese. Hay muchas personas que viven esperando que alguien las necesite. Ésa es, paradojalmente, su mayor necesidad. Ser la necesidad de alguien. O que alguna de las cosas que saben hacer sean necesitadas por otros. A veces se dan cuenta, y andan por ahí ofreciendo lo que tienen. Otras veces sólo sienten una inquietud imprecisa, que atribuyen a varias causas. Por ejemplo, se aburren. O van por la vida con cara de enojo, pero no saben a quién va dirigido. Y ya sea que pertenezcan al primer grupo o al segundo, lo último que se les ocurriría sería andar por la calle con un cartel prendido al pecho que dijera “Necesítenme”. Por eso, nosotros necesitamos. ¿Hay algo que usted tenga, que nosotros pudiéramos necesitar?
–Esteee… no sé… En este momento, lo que tengo es bastante tiempo libre. ¿Sirve eso?
–Muchísimo. Necesitamos su tiempo. ¿Puede venir todos los días un rato, y darnos su tiempo?
–Bueno, si es eso lo que necesitan.
–Eso es lo que necesitamos.
–Trato hecho. Me encanta hacer negocios con ustedes.

martes, 1 de abril de 2008

Reconocimiento

Cantaba para adentro. Afinaba bien, y tenía una voz naturalmente agradable y armoniosa. Muchas veces le habían dicho que dejara atrás su timidez, que cantara de modo que otros pudieran disfrutar de su arte. Pero era más fuerte que él. De sólo pensar en tener frente a sí un montón de gente escuchando, se estremecía. Por eso, cantaba solamente para adentro. Un día, un sonido apagado, caótico, fue avanzando desde algún sitio en su interior, transformándose en un tableteo suave y a la vez chasqueante que enseguida reconoció: eran aplausos.

lunes, 31 de marzo de 2008

Interferencias

Hay demasiada realidad afuera.

Partitura

No sé casi nada de música, pero me alegro de estar capacitada para disfrutarla. Además, suelo pensar que hay música en todo: especialmente en la escritura. Cuando leo algo que me gusta, por lo general descubro que “suena” bien. Y ése es uno de mis mayores afanes a la hora de escribir. Tanto en la página como en mi cabeza, las palabras y las frases tienen que sonar bien, tienen que tener un ritmo, un color, un tono. El contenido, a veces, es un pretexto. Lo importante, casi siempre, es decir lo que sea lo más musicalmente posible, y que llegue a los ojos y a los oídos de los demás con la fluidez de una buena melodía.

viernes, 28 de marzo de 2008

Como se debe

Lleva una doble vida. De día trabaja para mantener a su familia en una actividad creativa pero agotadora, ganándose hasta el último centavo. Paga los impuestos, ayuda a su mujer con las tareas de la casa, participa activamente en la educación y el cuidado de los hijos. Todas estas conductas le ganan el repudio de la sociedad. De noche, en cambio, da rienda suelta a sus impulsos más hostiles y salvajes. Se emborracha, comete todas las infracciones que puede, insulta a cuanto ciudadano se le cruza, inicia pleitos. De este modo recupera un poco de la estima que todo el mundo espera de sus congéneres, y puede, por fin, irse a dormir en paz, con la conciencia tranquila.

jueves, 27 de marzo de 2008

Podría ser el que está a tu lado

Para ganarse la vida mientras seguía desarrollándose como el gran músico y compositor que llegó a ser, Dvorak (1841 - 1904) tocaba el violín en una pequeña orquesta de baile. Como él, muchos de los que luego fueron prestigiosos artistas, algunos geniales, tuvieron esos comienzos humildes, ocupando espacios en tareas para las que no era necesaria ni la mitad del talento que tenían. Algunos, por otro lado, seguramente nunca llegaron a tener fama ni prestigio, aunque sí la chispa de genialidad necesaria. Imagino que esto sigue y seguirá ocurriendo, y es así como todos podemos darnos el lujo de tener a nuestro lado, en el tren o en el ascensor, codeándonos con ellos como si fueran del montón, a personas que deberían ser extraordinariamente notables y reconocidas por todo el mundo.

Y nada más

Hay ocasiones en la vida en las que nada se compara con un buen vaso de cerveza negra.

miércoles, 26 de marzo de 2008

Investigación

Sí, señor inspector, ya hemos reunido unas cuantas pruebas, pero venga, acérquese antes de que se lleven el cuerpo, espere que atiendo una llamada, ah, sí, muy bien, es lo que imaginaba, como le decía señor inspector, la víctima adoptó una posición muy particular, para nada natural dadas las circunstancias en que fue acuchillada, fíjese, como si supiera, seguramente conocía bien a su agresor, es que si usted mira bien, ahí, frente a usted, el brazo, sí, el brazo extendido, le parece raro verdad, y sobre todo vea la mano, ya empieza a perder el rigor mortis pero el índice, sí, es fundamental el tema del índice rígido, señalando, está diciéndonos algo, ¿no es cierto?, porque es como si quisiera indicarnos quién es el asesino, y no hay forma de negarlo, se ve perfectamente por su expresión, señor inspector, su cara de espanto y a la vez de culpa, es que su rostro lo delata tanto como el dedo de la víctima, señor inspector, y vea usted, casi se puede percibir en la boca del cadáver, como un rictus, si usted observa bien, una leve sonrisa, mientras dos oficiales se le acercan a usted por detrás, señor inspector, y le colocan las esposas para llevárselo.

lunes, 24 de marzo de 2008

Domingo de Pascua

Once personas (todas interesantes), en una variada proporción de adultos maduros, adultos jóvenes y niños. Cinco perros cariñosos. Seis gatos, algunos de ellos muy cariñosos. Pájaros. Insectos. Arácnidos. Batracios. Es muy difícil tener pensamientos propios en medio de semejante explosión de vida. ¿Escribir? Imposible, casi diría innecesario.

sábado, 22 de marzo de 2008

Lenguaje secreto

La tormenta provocó algunos desarreglos temporales en la red eléctrica. Pero esta vez fueron de una brevedad y una intermitencia poco usuales. Es por eso que, en algunas casas, la luz se corta por cinco segundos para volver por tres minutos, al término de los cuales se interrumpe de nuevo por ocho segundos y vuelve. Así durante un par de horas, en las que algo parece estar expresándose a través de un anticuado código Morse (¿o se trata de lenguaje binario?) que nadie logra descifrar.

viernes, 21 de marzo de 2008

Acoso

Están ahí, sé que están. Como en las otras noches de tormenta. Como aquella vez que entraron y tuve que pasar la noche con la luz encendida, los ojos abiertos y los músculos tensos, en un doloroso estado de alerta. Ya me cercioré de que las ventanas estuvieran cerradas. De noche no hay que dejar ni una rendija abierta. Ningún resquicio por donde puedan colarse y atravesar mis espacios volando con esas improbables alas de mamífero. Sí, ya sé, contribuyen al equilibrio ecológico. Sí, ya sé, comen insectos en pleno vuelo. Todo lo que quieran. Pero no en mi casa. Por eso, al caer la noche cierro todas las ventanas. Algunas, las que tienen mosquitero, pueden quedar abiertas. Pero no las noches de tormenta. No cuando soplan esos vientos que los vuelven locos y los obligan a huir espantados, en bandadas como si fueran golondrinas, rechinando en el aire polvoriento. Y no tengo que verlos. Si los veo, ya no podré dormir tranquila. Porque entonces sabré que están ahí, aferrándose a los marcos de mis ventanas, unos sobre otros, tratando de protegerse. Pero anoche los vi. Sombras oscuras planeando a la luz de la luna. Uno de ellos se aferró al mosquitero justo cuando yo pasaba por allí. Y no me digan que son ciegos, porque esta vez, definitivamente, no era yo la que intentaba mirar. Él me miraba a mí.

jueves, 20 de marzo de 2008

Los ojos del amor

–Estás hechizado –dijo la bruja.
–Estoy hechizado –dijo el hombre –y ahora te hechizaré a ti.
Y le dio un beso a la bruja, y la bruja se transformó en una hermosa doncella que lo mantuvo hechizado por el resto de sus días, mientras todos se preguntaban qué le habría visto un hombre tan apuesto a semejante adefesio de mujer.

miércoles, 19 de marzo de 2008

Transformaciones

Salgo a caminar. Más bien, salgo obligada por una serie de pagos que debo hacer. Si pudiera, me quedaría en casa. Camino. Hace calor. Sigo caminando, como si tuviera algún sentido. Me dicen que uno de los pagos no me lo pueden tomar, que tengo que ir a otro sitio, no lejos de allí pero en la dirección contraria al lugar donde vivo. Tengo esa sensación, como de no estar centrada, o como de que todo lo que estoy haciendo no es suficiente. Decido ir en ese mismo momento a esas oficinas de pago. Vuelvo a caminar. Paso por un puesto de flores y oigo unos acordes. Es el florista, que toca muy bien la guitarra. Me detengo un instante. Lo señalo con un dedo y digo “Delicado”. “¡Sí!”, me dice, “¿cómo se dio cuenta?”. Esto ya me predispone de otra forma. Tomo un camino que no recuerdo haber hecho a pie antes. Y entonces, algo empieza a funcionar distinto. Las imposibilidades se vuelven sólo dificultades. Veo casitas en las que me imagino que podría vivir perfectamente, por ejemplo. Y sobre todo, sin pagar expensas, como en un departamento (este tema es una de las preocupaciones más constantes de los últimos tiempos). La gimnasia cerebral (tomar otro camino) y las endorfinas de la caminata me despejan, y construyo realidades posibles. Estoy mejor; cansada pero con ganas de seguir caminando. Paso de largo por el edificio donde vivo, unos cien metros. Suspendo los diarios del fin de semana. Compro una planta. Ahora sólo me falta vender.

martes, 18 de marzo de 2008

Exorcismo

Luces de candilejas. Amanecer de verano. Cielo estrellado. Naranjas maduras. Reflejos dorados. Espuma brillante. Nácar en la arena. Blanco perlado. Amarillo limón. Plata pulida. Esmeraldas facetadas. Sol de mediodía. Luna llena. Piedras mojadas. Metal esmaltado. Arroyo de montaña. Cristal tallado. Lumbre de hogar. Joyas fulgurantes. Rostros luminosos.

(Este blog estaba empezando a ponerse un poco oscuro.)

lunes, 17 de marzo de 2008

Agobio

Como una espada de Damocles. Como una obligación. Como una deuda. Como un compromiso indeseado. Como una promesa. Como un emplazamiento. Como un término de entrega. Como un trabajo sin cumplir. Como una fecha de caducidad. Como un tiempo límite. Como una tarea pendiente. Como un trámite a punto de vencer. Como una prórroga. Como un plazo que expira. Como una roca sobre los hombros.

domingo, 16 de marzo de 2008

Parálisis del sueño

Te está sucediendo de nuevo. Estás atrapado, y lo peor es que, apenas te diste cuenta, fue inevitable saber lo que vendría, como todas las otras veces. Un deseo desesperado de salir de allí, y al mismo tiempo la convicción plena de que habría que esperar, que recorrer una vez más el camino tortuoso, tratando de hablar primero, de gritar después, de incorporarte, de moverte. Engañándote, creyendo que por fin lo habías logrado, para advertir enseguida que no, que eso sigue tirando hacia abajo, hacia adentro, con la respiración dificultosa porque la boca no puede hacer otra cosa que aspirar el aire con un sonido ronco y dejarlo escapar del mismo modo, con la sensación de que los párpados te pesan, sin poder ni siquiera girar sobre tu costado, ni usar los brazos para protegerte, ni abrir los ojos y tener la certeza de que eso que vas a ver no forma parte, también, del sueño.

sábado, 15 de marzo de 2008

Feng shui

Cuando el reloj de pared se detuvo, se le ocurrió que si lo dejaba así, en una de ésas podría llegar a detener el tiempo. Ése no era el único reloj que había en la casa: tuvo que quitarle las pilas al de su mesa de noche y también al que llevaba en la muñeca. Pero las manzanas en la frutera comenzaron a ponerse marrones, y las margaritas que había dispuesto amorosamente en un jarro sobre la mesa de la sala se marchitaron por completo, porque nunca supo cómo detener el mecanismo que marcaba la hora en el horno a microondas.

viernes, 14 de marzo de 2008

Aleteo

Algo aleteó débilmente entre los pliegues de la mente –¿o era la cortina de la ventana?– y parecía que sí, que por fin lo lograría, que el vuelo iba a tener la forma y la velocidad deseadas como para despegar y tomar altura. Pero la forma era muy pesada, o tenía mucho miedo, o el cansancio y el olvido le desdibujaron las alas, y una vez más quedó oculta, irreconocible, en estado de quietud absoluta. Y nunca se supo si era una mariposa o una metáfora.

jueves, 13 de marzo de 2008

Se frustra

–Buenas tardes. Vi el letrero, y me gustaría saber qué significa.
–Le explico: básicamente nos dedicamos a frustrar.
–¿Y cómo es eso?
–Bueno, alguien viene con una expectativa determinada, y nosotros, en lugar de responder como se espera, hacemos todo lo contrario.
–No entiendo… ¿Me podría dar un ejemplo?
–Imagine, por caso, que usted nos muestra una imagen conmovedora. ¿Qué esperaría? ¿Que nos emocionemos, no es verdad?
–Mmm… sí… supongo que algo así.
–Ahí está. Nosotros le respondemos con una sonrisa irónica. Y usted se queda sin entender nada, porque su imagen era claramente conmovedora, y eso nos consta. Pero nuestra función es frustrarlo.
–Y, ¿por qué querría alguien contratar los servicios de ustedes?
–Mire, las cosas no son tan simples, dos más dos cuatro, ocho por cinco cuarenta, no. Sucede que, cada tanto, cuando usted ya se había acostumbrado a nuestras respuestas (o a nuestros silencios), hacemos un gesto inesperado, capaz de producir efectos ¿cómo le diría?, mágicos.
–Aaah… bueno, está bien, entonces, ¿cuándo empezamos?
–No, ya está. Eso es todo.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Variable interviniente

Entran al bar. Visten traje y corbata, y se nota que, si pudieran, eligirían bermudas y remera. Están, por supuesto, excedidos de peso; tienen papada y la frente es, como quien dice, mucho más ancha que lo que solía ser. Alguna vez fueron delgados y fibrosos, les brillaban los ojos y se movían como gatos monteses. Ahora caminan con calma, señalan una mesa, se sientan en cámara lenta. Los hombros caídos, redondeados por la lucha desigual entre el músculo y el tejido adiposo. Los ojos bordeados de pliegues en varias direcciones. Hablan. Mueven las manos como si les pesaran tres kilos cada una. Tosen. Me dan mucha ternura.

martes, 11 de marzo de 2008

Utilidad

A menos que se trate de una actividad con rédito económico, nunca se debe intentar explicar la utilidad de algo que nos gusta hacer. Es inútil, jamás vamos a encontrar las palabras adecuadas, y todos los intentos que hagamos nos van a dejar insatisfechos, por no decir frustrados, con la sensación de que no hemos logrado transmitir la esencia de la cuestión. Es más: es probable que nos deje la impresión de haber dejado mal parado aquello que provoca nuestro entusiasmo, el cual –nos parece ahora– es bastante difícil de entender para la persona que acaba de interrogarnos.

Mi amigo Sergio me preguntó para qué sirve un blog.

lunes, 10 de marzo de 2008

Hojarasmo

¿De dónde nos viene esa sensación de módico placer que produce pisar una hoja de árbol seca? Es apenas un ruido crujiente que nos sube desde la planta del pie y dura un segundo o menos, pero no podemos evitarlo. Y no hablo de las hojas que yacen amontonadas por el viento, que serían muy fáciles de atacar porque ocupan un espacio considerable, no. Hablo de las hojas aisladas, una aquí, otra a dos metros, a veces separadas entre sí por dos pasos o, lo que es peor, por un paso y un poco más, o un poco menos, es lo mismo, porque ésas nos obligan a alargar o acortar exageradamente el paso, mientras esperamos que nadie esté mirando lo que hacemos. Pero cuando conseguimos calcular la distancia exacta como para que caiga justo debajo de nuestro pie sin que tengamos que forzar la marcha, o cuando este hecho fortuito se produce por casualidad, ah, qué deleite. Especialmente ésas bien secas, que hacen un ruido, qué digo un ruido, es mucho más que eso, es una vibración cósmica que atraviesa todo nuestro cuerpo como un estremecimiento, y entonces entramos en éxtasis, y –siempre con cuidado de que nadie se dé cuenta– ponemos los ojos en blanco, las pupilas giran hacia el cielo, los brazos se sacuden en un espasmo delicioso y la boca se nos afloja en una imperceptible sonrisa cuyo origen, a estas alturas, nadie podría confundir con otra cosa.

domingo, 9 de marzo de 2008

Laboratorio

A menos de dos metros del lugar donde estoy sentada, hay un laboratorio de audio. En él se prueba una variedad de sonidos que se van incorporando y reemplazando a los anteriores, a veces sostenidos, otras veces breves e interrumpidos. Empiezan por los más agudos hasta alcanzar tonalidades más suaves, y las notas ascienden y descienden, repitiéndose en una especie de sinfonía improvisada que me gustaría seguir oyendo toda la tarde; pero quién sabe, todo tiene un límite. He tenido ocasión, otras veces, de escucharlo, y estoy segura de que la experimentación será día a día más exitosa, dando lugar a resultados cada vez más armoniosos y llenos de sentido. Hay que darle tiempo. Tiene seis meses de vida, y se llama Ramiro.

Perfil bajo

Todos los días desarrollaba inventos maravillosos, cosas e ideas que permitirían solucionar los problemas de la falta de combustible, paliar la escasez de alimentos, viajar con mayor rapidez y seguridad, construir viviendas más económicas y confortables, sanar enfermedades incurables, recuperar la capa de ozono, comunicarse con otras galaxias y lograr la paz en los conflictos más resistentes, pero nadie se enteraba. Era un secreto que no deseaba compartir nada más que con su almohada.

sábado, 8 de marzo de 2008

Link

Una buena costumbre: leer a Sandra Russo. En la contratapa de Página 12 de hoy:

http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-100310-2008-03-08.html

Pérdidas y recuperaciones

Lo bueno no es encontrar el camino, sino saber que se puede perderlo para encontrar otros, muchas veces a lo largo de la vida.

Apertura

–Buenas, quisiera una respuesta.
–Lo lamento, aquí no tenemos respuestas. Sólo preguntas.
–Qué pena, yo pensé que ustedes podrían ayudarme.
–Bueno, todo depende. ¿Cuál es su pregunta?
–Aquí la tengo. La anoté en este papelito.
–Ah, no, lo siento, lo que usted busca es una respuesta absoluta. Éste no es el sitio apropiado.
–¿Y cuál es ese sitio?
–Y, no sé, podría ser una iglesia, o un templo… ¿Ya probó con Internet?
–Sí, pero no hay caso. La molestia no se va.
–¿Y por qué no se la queda un tiempo? Mire que le puede ser útil. Después, si quiere, viene aquí y se la cambiamos por otra.
–¿Por otra pregunta?
–Sí, claro. Usted no sabe todas las cosas que puede llegar a aprender.
–Pero es que me da como una inquietud, como si fuera algo que me perturba, que me arde…
–Lo que pasa es que a veces las preguntas son como la fiebre. No siempre conviene eliminarla, vio. Porque sería lo mismo que tapar el problema. La inquietud va a seguir estando ahí, pero va a tomar otras formas. Y ahí, agárrese, porque ni usted mismo va a saber de dónde sale todo lo que le pasa. En cambio, quedándose con las preguntas usted mismo va a tratar de buscar las respuestas, y muchas veces se va a encontrar con que para una sola pregunta hay muchísimas respuestas. Es difícil, pero puede llegar a ser divertido. Y lo mejor de todo, es que al final usted se va a alegrar cada vez que se le ocurra una pregunta.
–Bueno, creo que ya me siento mejor. Pero sigo sintiendo inquietud.
–Ah, eso es bueno. Muy bueno.

viernes, 7 de marzo de 2008

Vuelo lateral

Mientras hablo por teléfono, la ventana que da al norte me muestra un paisaje mitad verde y mitad gris. Está cerrada, pero puedo ver que el viento sopla con bastante fuerza por la agilidad con que se mueven las nubes. Como si fuera el cuadro de una película, veo aparecer por la derecha una golondrina que, insensatamente, trata de volar contra el viento que va hacia el este. Una y otra vez el viento la lleva en dirección contraria, y cada vez que eso sucede la veo desaparecer del cuadro. Pero vuelve. Hasta que se da cuenta de que es imposible avanzar hacia el oeste –¿por qué querría ir hacia el oeste?– y entonces, en un último gesto heroico y desafiante, hace un giro de cuarenta y cinco grados hacia el norte y desaparece de mi vista.

jueves, 6 de marzo de 2008

Frases con dueño II

Con mi nieta se me cae la baba, pero no importa porque tengo más (Adriana Alonso).
Por lo que se puede escuchar a simple vista… (un conductor de Radio 10).
Oyyy… ¿Por qué todo lo que azoto me abandona? (Homero Simpson).
Si tuviera un revólver, le daría una cachetada... (Niní Marshall).

Harold Pinter

Recomiendo la lectura del discurso que escribió Harold Pinter para la recepción del Premio Noblel 2005. Está aquí:

http://www.pangea.org/epueblos/modules.php?name=News&file=article&sid=239

Y aquí:
http://agenciacritica.net/archivo/2005/12/arold_pinter_di.php

Y también aquí:
http://www.escolar.net/wiki/index.php/Harold_Pinter:_Arte,_verdad_y_pol%C3%ADtica

Yo lo leí en uno de los fascículos de la serie de Página 12 "Discursos que cambiaron la historia". Me temo que éste todavía no cambió nada, pero vale la pena leerlo.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Reality

Desde la ventana que da al este puedo ver que, a causa del reflejo del sol –que ya se está poniendo– sobre los nubarrones de alguna tormenta que no sé si se acerca o se aleja, el cielo es de un intenso color azul. A esta hora, y tal vez por ese mismo efecto, el río se ve plateado y contrasta en forma dramática con la franja oscura del cielo, lo que da como resultado un horizonte nítido, imposible, como un telón pintado. ¿No será que detrás de ese telón hay todo un estudio montado para producir efectos especiales, con un director demente que dedica su vida a hacerme creer que todo esto que veo es real?

Mal tiempo para tener ganas

Hoy pasé gran parte del día tratando de reunir ramas para alimentar el fuego, pero están todas mojadas por culpa de la lluvia. Voy a tener que pasar el resto del día secándolas con mi propio aliento.

Apuntes para un monólogo II

Este tema tiene que ver con aquello que pasa cuando estamos hablando por teléfono rodeados de gente y se corta la comunicación justo, justo cuando estábamos por despedirnos. Si las personas que están a nuestro alrededor fueran viejos conocidos, seguramente diríamos “se cortó”, no sin antes haber pronunciado una o dos palabras poco elegantes, por decirlo de alguna manera. Esto justificaría nuestro silencio abrupto y el acto de cortar el teléfono sin más trámites. Pero si se trata de extraños, de gente con la que nunca hemos cruzado una palabra, ahí la cosa cambia. Es como si no pudiéramos resignarnos a colgar así nomás, sin darle un cierre a la cosa. Supongamos que, en el momento de percibir claramente el sonido que indica que ya NO ESTAMOS COMUNICADOS, estábamos en el medio de esta frase: “Bueno, José, realmente me alegro mucho de que hayamos tenido esta charla, espero que se repita”. Venimos TAN embalados con la expresión de nuestros sentimientos y deseos, tenemos un grado de entusiasmo tan grande, que no podemos vencer la inercia. Y entonces seguimos hasta el final, totalmente conscientes de la farsa. Hablándole a la nada absoluta. Y no contentos con eso, hasta somos capaces de agregarle un: “Te mando un abrazo y muchos cariños para tu mujer, adiós, adiós”. Para colmo, nuestra voz suena opaca, falsa, como si habláramos contra un decorado de cartón. Nos sentimos pésimos actores. Y todo esto, para no tener que dar explicaciones a la gente que nos rodea. Lo peor es que nos queda la sospecha. Nuestra actuación ha sido tan mala que no podemos evitar pensar “se dio cuenta, seguro que se dio cuenta”. Pero ya es tarde: no hay nada que podamos hacer para remediarlo. Desde ahora, propongo hacer todo lo contrario: que nos saquemos la careta y empecemos a desgañitarnos diciendo ¡HOLA! ¡HOLA! ¡Ya sé que no me estás escuchando, pero no puedo defraudar a toda esta gente! ¡Hagamos las cosas bien, como gente civilizada!