sábado, 30 de octubre de 2010

Avivar el fuego II

Hoy me acordé de algo que escribí hace dos años y medio, que ahora, con el recuerdo todavía caliente de los días que acabamos de atravesar (y la expectativa de los que vendrán), se me ocurre oportuno traer de nuevo:

"Hace más de veinte años años se estrenó La guerra del fuego, hoy una especie de clásico sobre la vida de las primeras tribus en nuestro planeta. Uno de los grupos –el que todavía no sabía producir fuego, pero sí disfrutarlo– se dedica con alma y vida a tratar de impedir la extinción de ese elemento cuya importancia habían aprendido a valorar. Hoy me pregunto si se darían cuenta del significado de lo que hacían, más allá de la necesidad de abrigo y seguridad. Mantener el fuego es una tarea muy difícil, casi imposible. No sólo hay que protegerlo de las corrientes de aire, hay que alimentarlo constantemente. No importa el cansancio, el aburrimiento o el desánimo. Si tenemos un fuego, aunque sea una llamita débil y vacilante, se requiere, además de voluntad, ganas. Unas inmensas ganas de que no se apague."

viernes, 29 de octubre de 2010

Adiós, Néstor querido

Ahí se va. Ahí se lo llevan, a paso lento, rodeado por su pueblo. Se va un hombre que fue capaz de sorprendernos haciendo las cosas que todos creíamos que ningún presidente iba a hacer ya. Hizo todo lo contrario de lo acostumbrado: excedió el techo de sus promesas. Metió de nuevo en la política a los jóvenes. Entusiasmó hasta a las piedras. Enojó a los poderosos y a los distraídos que se dejan engañar con facilidad. Y su muerte desató un milagro: mostró que está más vivo que nunca, multiplicado por millones. Lo que los médicos no pudieron hacer con él, lo hacemos todos nosotros abrazando a Cristina. A ella, y a todos los que se sumen a partir de ahora, porque los que ya estábamos no hay ninguna duda de que seguiremos. Murió Kirchner y nació un movimiento que va a arrastrar cantidades insospechadas de voluntades. Y los que hoy lloramos de tristeza, muy pronto nos vamos a sorprender con nuevas alegrías. Porque el kirchnerismo es sorprendente. Adiós, Néstor. Gracias.

jueves, 28 de octubre de 2010

Esos monstruos

Repudio desde lo más profundo de mis ser a todos los que ayer cometieron la increíble atrocidad de festejar la muerte.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Fuerza, Cristina

Pocas veces en la vida tiene tanto sentido como ahora una frase como ésta.

jueves, 21 de octubre de 2010

Miedo

Para la mafia, un muerto no es un muerto. Es un signo, una advertencia, una mercancía. Una marca destinada a impedir o a favorecer el curso de los acontecimientos. La mafia produce o usa las muertes violentas como método de lucha. Es su recurso expresivo por excelencia cuando se ve impotente en el juego limpio.

La mafia toma a un muerto y se lo arroja a sus enemigos como un arma, como una advertencia, como un estigma. Desde el momento en que se produjo su último latido, ya no es un ser humano que trabajaba, amaba y era amado, luchaba, gozaba, sufría, aprendía y enseñaba. Es una herramienta. Un hecho grave con el que salpicar de sangre al adversario.

Todavía no sabemos cuál será el resultado de las investigaciones destinadas a encontrar al culpable de la muerte de Mariano Ferreyra, pero no hay duda de que hay mafias en este país.

martes, 19 de octubre de 2010

Sueños literales

A veces sueño que me caigo de sueño. Pero en el sueño estoy impedida de dormir: tengo muchas cosas que hacer, preguntas que responder, sitios que visitar. Y ahí voy, con los ojos semicerrados, tratando de mantenerme despierta con un esfuerzo penosísimo, cuando en realidad podría apoyar la cabeza sobre la almohada y dormir tranquilamente.

¿Cuál es la fuerza que le da a esa dimensión una legitimidad tan grande, hasta el punto de superar a la real? ¿Qué es más verdadero, en ese momento: el sueño, donde estoy despierta a costa de gran esfuerzo y sufrimiento, o la realidad, en la que mi cuerpo reposa con los ojos cerrados, los músculos relajados, la cabeza apoyada sobre la almohada?

lunes, 18 de octubre de 2010

¿Se puede ser tan perverso?

Los políticos –hablo de diputados y senadores– están acostumbrados a las triquiñuelas destinadas a proporcionarles un mayor grado de poder al partido al que pertenecen. En algunos casos se trata de picardías, como la de no bajar al recinto para dar quórum cuando el proyecto a tratar por los bloques adversarios tiene posibilidades de ganar. Y esto lo hacen todos, oficialistas y opositores; forma parte de las reglas del funcionamiento político. No está ni bien ni mal: es un recurso como cualquier otro.

Lo que ya resulta difícil de dejar fuera de un análisis ético, es cuando se impulsa un proyecto que contiene un fuerte contenido social, sólo con el fin de que el gobierno pague un costo político al tener que vetarlo. Sí, estoy hablando de la sanción de la ley conocida como 82% móvil. Una ley que, no tengo ninguna duda, fue impulsada para que Cristina la vetara. Y de eso son perfectamente conscientes todos los que levantaron la mano a favor, empezando (y terminando) por Cobos.

¿Cómo pueden ponerse contentos con este resultado? ¿No les da un poquito de vergüenza, por no hablar de culpa, que ya sería demasiado pedir? ¿No es demasiado perverso este mecanismo?