lunes, 28 de diciembre de 2009

Yo estar enojada

Resulta que desde hace un tiempo, tanto en los discursos como en los agradecimientos por haber recibido un premio, o en las despedidas, por ejemplo, mucha gente empieza diciendo “Agradecer a…” ¿Alguien me puede explicar de dónde salió esta costumbre de decirlo así, en infinitivo?

Parece como si, por alguna razón desconocida, el verbo agradecer estuviera eximido de las conjugaciones de tiempo y sujeto.

¿Es tan difícil decir “agradezco a…” o “quiero agradecer a…”?

Por favor, conjuguemos todos los verbos. A menos que nuestra meta sea parecernos a Tarzán.

Y éste es sólo un ejemplo de las numerosas costumbres de mal gusto que se van adueñando del habla.

Joder.

martes, 22 de diciembre de 2009

Todos los jardines, un jardín

Como eran todos amigos, decidieron que compartirían los terrenos que había detrás de sus respectivas casas. Eliminaron los cercos, emparejaron el suelo con el mismo tipo de césped y consiguieron un jardín trasero común en el que construyeron una gran parrilla bajo techo, con piso de cerámica y una mesa larga para sentarse a comer asado todos juntos cuando quisieran.

Como las puertas que daban al fondo estaban siempre abiertas, cada uno entraba y salía a su antojo para buscar la sal, un tenedor, servilletas y también cremas para el sol, toallas y algún libro de la biblioteca de sus vecinos.

Como no eran muy ordenados, solía suceder que en una de las casas hubiera, por ejemplo, dos juegos de cubiertos y ninguna ensaladera, en otra veinticinco vasos y ningún plato de postre, y que todos tuvieran juegos de platos formados por modelos totalmente diversos.

Como esta situación a veces se volvía un poco incómoda, sobre todo por las noches, cada tanto hacían inventario, devolvían todo lo que no les pertenecía y volvían a tener sus casas equipadas como al comienzo. Al principio todo era muy descansado y reinaba la armonía; pero al poco tiempo empezaban a aburrirse, y entonces se hacían visibles los conflictos que había en el interior de cada casa. Pero después, con el correr de los días, el intercambio producía sus efectos, todo se mezclaba, y la vida volvía a ser normal.

Un babero ahí

Mis nietos tienen una relación muy particular con el lenguaje.

Ramiro, de dos años, habla un dialecto africano que sólo los más allegados entendemos por completo. Cuando quiere dibujar, por ejemplo, dice ngá. La música para él es m’ca. Para compensar, las vocales que le sobraron las usa sueltas: si un perro lo cargosea demasiado, le dice , que no quiere decir quedate ahí sino salí.

Lucía, que lee y escribe aunque todavía no va a la escuela, tiene un nivel de habla con la que produce la falsa ilusión de que estamos hablando con una adulta. Y no es solamente por el vocabulario, no; lo de ella son conceptos, claridad. El otro día nos pedía que la interrumpiéramos como parte de un juego que había inventado, y lo dijo de esta forma: acá, ustedes se me atraviesan.

Yo los miro a los dos con mucho respeto. Por no decir veneración, que quedaría exagerado.

viernes, 11 de diciembre de 2009

El Estado como patio trasero

Hace algunos años, antes de que Mauricio Macri se convirtiera en jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, aparecieron unos afiches cuyo propósito era convencer a los dueños de perros de que no dejaran la suciedad de sus animalitos en la calle. Era una frase muy simple: “Tu perro, tu caca”. No sé si tuvo algún efecto, pero el significado era muy claro: si lo que está ahí salió de tu perro, llevátelo o tiralo a la basura, pero no se lo impongas a los demás. Hoy, tras la designación de Abel Posse como ministro de Educación de Buenos Aires, se me ocurre que podemos decirle a Macri algo muy parecido: tu ministro, tu caca.
Enlace

sábado, 5 de diciembre de 2009

Ojalá

Las agrupaciones de centroizquierda, con honrosas excepciones (como la de Martín Sabbatella) se aliaron con el centroderecha para “darle una lección” al gobierno en la conformación del nuevo Congreso. Mediante el recurso de sacarse la foto grupal, lograron la mayoría suficiente como para quedarse con la titularidad de las comisiones, algo que no había ocurrido antes en la historia de la democracia argentina (en aquellas ocasiones en las que el oficialismo tuvo la primera minoría, como en este caso). Esto modifica bastante el escenario, obligando al partido de gobierno a usar toda la creatividad para imponer su voluntad.

Parecería ser que éste es el momento, para Cristina Fernández, de radicalizar posiciones y presentar el tipo de proyectos que los partidos de izquierda no puedan votar en contra sin ruborizarse.

Me gustaría, por ejemplo, que se tratase la modificación de la ley de bancos que tiene en carpeta, desde hace tiempo, Carlos Heller. O alguna medida que sirva para controlar la gula de los laboratorios, evocando aquella movida del presidente Illia que, entre otras, lo sacó de escena. También, más impuestos para los que más tienen. Y ya que está, medidas de protección del ambiente y de control estatal de los recursos naturales.

Quedan dos años para unir fuerzas. Ojalá el gobierno quiera jugarse, y ojalá que los partidos de centroizquierda recapaciten.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Si se gana con la derecha, gana la derecha.

Qué lástima la mezquindad. Qué lástima la miopía. Qué lástima la ambición de poder, la estupidez, la omnipotencia, la falta de solidaridad, la elección de caminos equivocados, el egoísmo, la cobardía, la especulación, la incapacidad, la arrogancia, la obstinación necia, la falta de humildad, la ceguera. Qué lástima que las fuerzas de centroizquierda no sean capaces de construir un espacio común para enfrentar a la derecha.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Greguerías

Después de analizar el lugar que ocupan para ciertos canales y radios las noticias de asaltos, violaciones, secuestros, robos y asesinatos, se me ocurrió una frase digna del rabino Bergman: el miedo es el mensaje.