martes, 30 de diciembre de 2008

Juegos para la Nochevieja

Tiene un pie en el umbral. Tiene un pie en el umbral pero todavía no dará el paso. Tiene un pie en el umbral pero todavía no dará el paso, porque la hora no ha llegado. Tiene un pie en el umbral pero todavía no dará el paso, porque la hora no ha llegado, y es preciso esperar. Tiene un pie en el umbral pero todavía no dará el paso, porque la hora no ha llegado, y es preciso esperar a que den las doce de la noche, del último día del mes, del último mes del año. Entonces sí, parecerá como que todo se termina, o algo nuevo comienza, y todo cambia, o no, pero habrá llegado el momento. Que todo se termina, o algo nuevo comienza, y todo cambia, o no, pero habrá llegado el momento. Cambia, o no, pero habrá llegado el momento. Habrá llegado el momento. El momento.

sábado, 27 de diciembre de 2008

Libertad

Hay una mosca del lado equivocado del mosquitero. Ella no lo sabe, pero jamás encontrará lo que busca. Camina en todas las direcciones posibles sintiendo la caricia del aire limpio del exterior en esas patas peludas, pegajosas, inútiles ahora, de mosca. Cómo puede ser, si las hojas de los árboles y la savia azucarada de las ramas leñosas están ahí nomás. Cómo puede ser. Buscar otra salida es un proyecto que no tiene lugar en su sistema inteligente, al menos por ahora: tendría que alejarse de allí, de ese paraíso que está tan cerca, tan del otro lado pero ahí. Si tan sólo pudiera atravesar el alambre tejido. Tendría que volar en sentido opuesto, contrariar sus deseos. Buscar azúcar en las alacenas, debajo de la mesa, en el borde de las tazas. Pero no; sigue allí, recorriendo la superficie cuadriculada por caminos diferentes aunque siempre paralelos a la realidad anhelada. Sin tocarla jamás. Lejos, un pájaro atraviesa el cielo, y se ve tan pequeño como la mosca. Pero el tamaño de su libertad es cien, mil, un millón de veces mayor.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Perder el tiempo

Y ¿por qué no, simplemente, pensar? No hacer nada, no planificar, no repasar la lista de cosas pendientes, no hacer más listas, no llamar al electricista ni al plomero, no preparar algo para comer, no hablar por teléfono, no tocar la computadora, no leer, no ir a comprar ni a pagar cuentas, no ir al encuentro de nadie, no aprovechar el tiempo, no moverse. Por un momento, quedarse quietos y dejar que todo fluya. Burlar la ansiedad y la culpa con la inmovilidad más absoluta, confundidos con el fondo para que no nos encuentren; quedarnos así, escuchando música, dejando que la calma nos inunde, pensando, sólo pensando. Ah, si fuera tan fácil.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Vestigios

Todavía se ven antenas. En la era de la televisión por cable, muchos de esos mástiles ramificados se elevan por sobre los tejados y las terrazas, cortando el aire con sus costillas rotas, irremediablemente atacadas de inutilidad. Algunas parecen libélulas disecadas que esperan, quietas sobre el panel en el que han sido clavadas, la visita de los estudiantes de entomología, a punto de ingresar como una nueva categoría en los libros de estudio, o como una especie extinguida de la que sólo quedan los fósiles oxidados.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Gratitud

El espejo del ropero es amable conmigo. Algo en la luz sobre la superficie, y la manera en que la puerta en la que está fijado lo sostiene en el ángulo adecuado, consiguen un efecto especial en la imagen que me devuelve cada vez que busco su opinión. Estoy pensando en devolverle favores, y por ahora lo mejor que se me ha ocurrido es premiarlo entregándole imágenes hermosas. Así que Lucía, de cinco años, y Ramiro, de quince meses, tendrán que verse reflejados en él todas las veces que se pueda. De nada, espejo.