viernes, 4 de abril de 2008

Zanahorias y excusas

Y sí, somos como los asnos. La mayor parte del tiempo necesitamos un motivo para echarnos a andar. No digo que esté bien ni mal; sólo que es así. Y cuando encontramos un incentivo, aquella excusa que nos obligue a romper la inercia, descubrimos cuánto nos gusta hacer lo que estamos haciendo. Aunque después de un tiempo lo olvidemos. Creemos estar inmersos en una actividad secundaria, en una consecuencia, cuando en realidad lo que nos enciende es la actividad misma. Así somos. En otra época de mi vida, con el que era por entonces mi marido organizábamos cenas y reuniones de amigos para tener un motivo que nos llevara a embellecer la casa, ordenar, comprar alguna que otra lámpara. Y mientras lo hacíamos, una y otra vez nos dábamos cuenta de que eso nos causaba placer de por sí. Pero teníamos que poner una fecha límite. Una excusa. Ayer decidí que tenía que hacer algo para volver a cocinar, algo que realmente me gusta. ¿Qué hice? Vivo sola, así que compré muchas bandejitas para conservar pequeñas porciones en el freezer. Ese hecho bastó para que me sumergiera placenteramente entre sartenes y asaderas, mientras pensaba “¿por qué habré dejado de hacer esto, si me gustaba?”.

Necesitamos las fechas límites y las bandejitas, así como necesito este blog para escribir todos los días.

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