–Todavía no –dijo el piloto, sin mover los labios.
–¿Por qué no? –preguntó el copiloto, volviendo a quedar completamente inmóvil.
–Hay que esperar. No tienen que ver cómo nos recuperamos tan fácilmente de semejante caída: la idea es que no se sientan disminuidos. Que nos crean casi tan débiles y torpes como ellos. Y no suena creíble, para un terrestre, sobrevivir sin ninguna herida después de un impacto tan parecido al de un meteorito estrellándose contra la superficie de la Tierra.
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