–Buenas. Ustedes pusieron en la vidriera un cartel, dice “se necesita”. Pero debo decirles que se olvidaron de poner qué es lo que necesitan.
–Y usted, ¿qué tiene para darnos?
–Bueno, depende de lo que necesiten.
–Lo que nosotros necesitamos no importa tanto como su necesidad de ser necesitado. Por eso pusimos “se necesita”. Sabíamos que alguien iba a entrar.
–¿Cómo es eso?
–Bueno, mire, no es fácil de explicar. ¿Tiene un rato? Venga, siéntese. Hay muchas personas que viven esperando que alguien las necesite. Ésa es, paradojalmente, su mayor necesidad. Ser la necesidad de alguien. O que alguna de las cosas que saben hacer sean necesitadas por otros. A veces se dan cuenta, y andan por ahí ofreciendo lo que tienen. Otras veces sólo sienten una inquietud imprecisa, que atribuyen a varias causas. Por ejemplo, se aburren. O van por la vida con cara de enojo, pero no saben a quién va dirigido. Y ya sea que pertenezcan al primer grupo o al segundo, lo último que se les ocurriría sería andar por la calle con un cartel prendido al pecho que dijera “Necesítenme”. Por eso, nosotros necesitamos. ¿Hay algo que usted tenga, que nosotros pudiéramos necesitar?
–Esteee… no sé… En este momento, lo que tengo es bastante tiempo libre. ¿Sirve eso?
–Muchísimo. Necesitamos su tiempo. ¿Puede venir todos los días un rato, y darnos su tiempo?
–Bueno, si es eso lo que necesitan.
–Eso es lo que necesitamos.
–Trato hecho. Me encanta hacer negocios con ustedes.
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