domingo, 4 de mayo de 2008

Nota al pie

Se sentó a leer el diario como de costumbre, aunque no se sentía como de costumbre. Se avecinaban tiempos difíciles en su vida –tiempos de cambio, de decisiones, de riesgos– y todos los pensamientos relacionados con eso invadían cada cosa que pretendía hacer. Sin embargo, quería leer el diario. Descubrió que moviendo el pie derecho conseguía mantener a raya las distracciones que le imponía su acelerada actividad mental, y así poder concentrarse en la lectura. Sobre todo, los artículos con información económica, que eran todo un desafío para alguien que no era especialista y sin embargo se sentía atraída. El pie se movía cada vez más frenéticamente. Devoró dos o tres notas sobre un conflicto que parecía no tener solución, una vez más –pensó– a causa de la irracionalidad. Las notas estaban muy bien redactadas. Pero el pie se aceleraba más y más. Pasó a la sección Internacionales, tratando de prestarle tanta atención como a lo anterior. Pero el pie. Intentó distraerse con el suplemento cultural, pero los movimientos del pie se le impusieron con una fuerza y un vigor tales que ya no pudo ignorarlos más. Resignada, abandonó la lectura del diario y se sentó frente a la computadora para escribir la primera entrada del día en su blog.

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