No sé si a todos les pasará lo mismo, pero diciembre es una época en la que siento una especie de compulsión a
hacer listas de cosas que me faltan hacer, como si a fin de año realmente terminara algo, como si tuviera que llegar al año próximo en estado de gracia, sin deudas ni pesos innecesarios, liviana como una libélula y despejada para enfrentar el nuevo almanaque. Vamos, a dejar las mochilas. Vamos, año 2010, andate de una vez por todas.
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