Para que el dolor no sea insoportable, los músculos de la nostalgia deben ser entrenados igual que los otros músculos.
El dolor de la nostalgia proviene del tironeo excesivo de la memoria, que trata de volver al punto de partida, allí donde se inserta el otro extremo del músculo. Pero éste se encuentra perfectamente anclado en su lugar de origen; de modo que sería inútil seguir insistiendo con el estiramiento: lo extrañado seguirá estando, de manera irremediable, en el pasado.
Es conveniente hacer extensiones moderadas con cierta frecuencia, saborear con una mezcla de prudencia y fruición las sensaciones que aparecen mientras dura el proceso, y luego volver a contraer el músculo de la nostalgia de modo tal que la consciencia vuelva al presente.
Si los intentos por reducir los daños fracasan, se experimentará una molestia localizada en el punto del recuerdo, que a veces puede generalizarse y abarcar la totalidad del ánimo.
Producido el dolor, y en los casos de sensibilidad excesiva, se puede recurrir a distintos métodos más o menos balsámicos, como masajes suaves, posturas de relajación, búsqueda de nuevas emociones y, en casos extremos, alcohol o psicofármacos.
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