Sed en la garganta,
en las manos,
en las rodillas
y en toda la piel.
Sed en las persianas bajas,
en el noticiero,
en las plantas carnívoras,
en los discursos,
en las lámparas de bajo consumo.
Sed al despertar,
sed antes de beber,
sed después de beber,
sed mientras calmamos la sed,
sed luego de la sed.
Sed en el agua,
en la comida fría de ayer,
en el desayuno y la cena,
y sed
en esa ciruela roja,
jugosa,
madura,
sedienta,
que delira por el calor.
2 comentarios:
Luisa, tengo que reconocer que la virtualidad no es mi fuerte. Acabo de leer tu comentario en un post mío en el que referencio tu cuento de las cañas. Sos muy amable y una escritora fantástica. Desde ya me incorporo a la lectura de tus relatos.
Por cierto, Macri y Duhalde son lo mismo.
besojos,
Gracias, y bienvenido.
Claro que Duhalde y Macri son lo mismo, si hasta parece que se pelearan por ver quién propone medidas más terroríficas: el uno las fuerzas armadas para reprimir a los jóvenes, el otro la tortura como sistema. Un abrazo.
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