Para la mafia, un muerto no es un muerto. Es un signo, una advertencia, una mercancía. Una marca destinada a impedir o a favorecer el curso de los acontecimientos. La mafia produce o usa las muertes violentas como método de lucha. Es su recurso expresivo por excelencia cuando se ve impotente en el juego limpio.
La mafia toma a un muerto y se lo arroja a sus enemigos como un arma, como una advertencia, como un estigma. Desde el momento en que se produjo su último latido, ya no es un ser humano que trabajaba, amaba y era amado, luchaba, gozaba, sufría, aprendía y enseñaba. Es una herramienta. Un hecho grave con el que salpicar de sangre al adversario.
Todavía no sabemos cuál será el resultado de las investigaciones destinadas a encontrar al culpable de la muerte de Mariano Ferreyra, pero no hay duda de que hay mafias en este país.
jueves, 21 de octubre de 2010
martes, 19 de octubre de 2010
Sueños literales
A veces sueño que me caigo de sueño. Pero en el sueño estoy impedida de dormir: tengo muchas cosas que hacer, preguntas que responder, sitios que visitar. Y ahí voy, con los ojos semicerrados, tratando de mantenerme despierta con un esfuerzo penosísimo, cuando en realidad podría apoyar la cabeza sobre la almohada y dormir tranquilamente.
¿Cuál es la fuerza que le da a esa dimensión una legitimidad tan grande, hasta el punto de superar a la real? ¿Qué es más verdadero, en ese momento: el sueño, donde estoy despierta a costa de gran esfuerzo y sufrimiento, o la realidad, en la que mi cuerpo reposa con los ojos cerrados, los músculos relajados, la cabeza apoyada sobre la almohada?
¿Cuál es la fuerza que le da a esa dimensión una legitimidad tan grande, hasta el punto de superar a la real? ¿Qué es más verdadero, en ese momento: el sueño, donde estoy despierta a costa de gran esfuerzo y sufrimiento, o la realidad, en la que mi cuerpo reposa con los ojos cerrados, los músculos relajados, la cabeza apoyada sobre la almohada?
lunes, 18 de octubre de 2010
¿Se puede ser tan perverso?
Los políticos –hablo de diputados y senadores– están acostumbrados a las triquiñuelas destinadas a proporcionarles un mayor grado de poder al partido al que pertenecen. En algunos casos se trata de picardías, como la de no bajar al recinto para dar quórum cuando el proyecto a tratar por los bloques adversarios tiene posibilidades de ganar. Y esto lo hacen todos, oficialistas y opositores; forma parte de las reglas del funcionamiento político. No está ni bien ni mal: es un recurso como cualquier otro.
Lo que ya resulta difícil de dejar fuera de un análisis ético, es cuando se impulsa un proyecto que contiene un fuerte contenido social, sólo con el fin de que el gobierno pague un costo político al tener que vetarlo. Sí, estoy hablando de la sanción de la ley conocida como 82% móvil. Una ley que, no tengo ninguna duda, fue impulsada para que Cristina la vetara. Y de eso son perfectamente conscientes todos los que levantaron la mano a favor, empezando (y terminando) por Cobos.
¿Cómo pueden ponerse contentos con este resultado? ¿No les da un poquito de vergüenza, por no hablar de culpa, que ya sería demasiado pedir? ¿No es demasiado perverso este mecanismo?
Lo que ya resulta difícil de dejar fuera de un análisis ético, es cuando se impulsa un proyecto que contiene un fuerte contenido social, sólo con el fin de que el gobierno pague un costo político al tener que vetarlo. Sí, estoy hablando de la sanción de la ley conocida como 82% móvil. Una ley que, no tengo ninguna duda, fue impulsada para que Cristina la vetara. Y de eso son perfectamente conscientes todos los que levantaron la mano a favor, empezando (y terminando) por Cobos.
¿Cómo pueden ponerse contentos con este resultado? ¿No les da un poquito de vergüenza, por no hablar de culpa, que ya sería demasiado pedir? ¿No es demasiado perverso este mecanismo?
sábado, 25 de septiembre de 2010
Placeres amatorios
El hecho mecánico de escribir me produce placer; siempre fue así. Desde los tiempos en que escribía con una Olivetti o una Remington. Y el teclado de una computadora es casi un objeto amoroso, blando y amable, que se deja acariciar y cede ante el menor impulso de mis dedos amantes.
lunes, 20 de septiembre de 2010
Se trata de respirar
Me gustaría saber de dónde viene esta sensación que tengo a veces de que todo lo que hago, desde barrer la cocina hasta probar métodos para trabajar en el desarrollo de algo que me sirva como excusa para escribir un libro, o un cuento, no es nada más (ni nada menos) que un recurso desesperado para poder seguir respirando.
miércoles, 8 de septiembre de 2010
Vida de los fantasmas
No es nada nuevo, pero aparecen como si lo fueran. Hay fantasmas. Atraviesan las puertas cerradas, las paredes, las claraboyas. Caminan en medio de las avenidas por la noche, resbalando apenas sobre el asfalto húmedo. A veces se caen o, quién sabe, se acuestan a dormir, cansados de que nadie los vea. Por momentos se los puede oír, y sus voces suenan tristes y a la vez exaltadas.
Tienen mucho para decir. Lo han guardado durante largo tiempo, aunque no siempre callaron. Repiten sus historias de oprobio, sus relatos de dolor, de lo que fue orgullo antes, cuando todavía no eran fantasmas. Tienen mucho para decir. Parece que hablaran del pasado, pero es bastante más que eso. Los fantasmas viven una vida atemporal. Quieren mostrarnos cosas, a nosotros, que sólo sabemos qué día es hoy, y nos alcanza con eso para saber que estamos vivos, o casi.
No se enojan con nosotros (ya dije que están fuera del tiempo), pero a veces tienen ganas de tomarnos con fuerza por los hombros y sacudirnos, a ver si así consiguen despertarnos por un rato de este sueño de realidad brumosa en el que estamos sumergidos. Por algunos momentos lo consiguen, y entonces es como si se multiplicaran a través de una simiente que circula entre las miradas, por la calle, en los trenes, en las voces de la radio y la televisión. Después, vuelven a ser fantasmas. Y es muy penoso ver qué cansancio, qué desazón los envuelve mientras golpean los vidrios de las ventanas sin que nadie lo note, sin que nadie, o casi nadie, crea que alguna vez existieron, que todavía existen.
Tienen mucho para decir. Lo han guardado durante largo tiempo, aunque no siempre callaron. Repiten sus historias de oprobio, sus relatos de dolor, de lo que fue orgullo antes, cuando todavía no eran fantasmas. Tienen mucho para decir. Parece que hablaran del pasado, pero es bastante más que eso. Los fantasmas viven una vida atemporal. Quieren mostrarnos cosas, a nosotros, que sólo sabemos qué día es hoy, y nos alcanza con eso para saber que estamos vivos, o casi.
No se enojan con nosotros (ya dije que están fuera del tiempo), pero a veces tienen ganas de tomarnos con fuerza por los hombros y sacudirnos, a ver si así consiguen despertarnos por un rato de este sueño de realidad brumosa en el que estamos sumergidos. Por algunos momentos lo consiguen, y entonces es como si se multiplicaran a través de una simiente que circula entre las miradas, por la calle, en los trenes, en las voces de la radio y la televisión. Después, vuelven a ser fantasmas. Y es muy penoso ver qué cansancio, qué desazón los envuelve mientras golpean los vidrios de las ventanas sin que nadie lo note, sin que nadie, o casi nadie, crea que alguna vez existieron, que todavía existen.
viernes, 3 de septiembre de 2010
Lo público y lo privado
“Los griegos clásicos se referían a los que no tenían interés por lo público como idiotes, los que tenían una carencia, precisamente la del interés por lo público. De ahí viene la palabra idiota. En realidad, no hay nada más idiota que pensar que somos Robinsones en una isla en la que sobrevivimos por nuestra inteligencia y no porque hemos sido socializados, porque podemos disfrutar de lo que ha creado la sociedad y acerca de lo cual nos ha instruido.”
Este párrafo pertenece a un trabajo de Juan Carlos Monedero que vale la pena leer: El socialismo del siglo XXI. Modelo para armar y desarmar. Y está aquí.
Este párrafo pertenece a un trabajo de Juan Carlos Monedero que vale la pena leer: El socialismo del siglo XXI. Modelo para armar y desarmar. Y está aquí.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)