Los políticos –hablo de diputados y senadores– están acostumbrados a las triquiñuelas destinadas a proporcionarles un mayor grado de poder al partido al que pertenecen. En algunos casos se trata de picardías, como la de no bajar al recinto para dar quórum cuando el proyecto a tratar por los bloques adversarios tiene posibilidades de ganar. Y esto lo hacen todos, oficialistas y opositores; forma parte de las reglas del funcionamiento político. No está ni bien ni mal: es un recurso como cualquier otro.
Lo que ya resulta difícil de dejar fuera de un análisis ético, es cuando se impulsa un proyecto que contiene un fuerte contenido social, sólo con el fin de que el gobierno pague un costo político al tener que vetarlo. Sí, estoy hablando de la sanción de la ley conocida como 82% móvil. Una ley que, no tengo ninguna duda, fue impulsada para que Cristina la vetara. Y de eso son perfectamente conscientes todos los que levantaron la mano a favor, empezando (y terminando) por Cobos.
¿Cómo pueden ponerse contentos con este resultado? ¿No les da un poquito de vergüenza, por no hablar de culpa, que ya sería demasiado pedir? ¿No es demasiado perverso este mecanismo?
2 comentarios:
Luisita querida:
Totalmente de acuerdo con tu opinión: la firmaría tranquilamente.
La otra parte es, ¿cómo hacemos para vivir? P. ej.: yo, jubilada, por las mías, cobro la mínima menos moratoria. Trabajo. Pero no abunda el trabajo, aun en mi caso, con mi formación nada desdeñable.
Sería un alivio que pudiéramos conversar estos dos temas JUNTOS, sin sentir que somos atacados o atacamos.
Abrazo
Ana
Claro que sí, Ana, tenés razón: todavía estamos muy lejos de una jubilación justa. Precisamente por eso es que me parece tan perverso, casi siniestro, que usen esta cuestión sólo para hacer daño. Hagamos que esta discusión continúe estando vigente, como modo de seguir alertando al gobierno para que busque la forma de mejorar nuestra situación. Abrazos.
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