miércoles, 26 de mayo de 2010

La mayoría silenciosa

Tanto machacar con el descontento. Tanto insuflar miedo. Tanto martillar con el desánimo. Y al final, parece que no; parece que el país tenía ganas de festejar.

Hay una contradicción entre esa masa de millones de personas que salieron a celebrar el Bicentenario y el supuesto malestar que les haría manifestar en todo momento y lugar su enojo permanente.

Cuando se produce la alquimia necesaria, cuando aparece la bisagra capaz de impulsar a la gente, las mayorías dejan de ser silenciosas, y salen a la calle. Ahí se ve qué es lo que sienten: no es, seguramente, ese enfurruñamiento masivo que expresan los que sí hablan, los que repiten como un mantra, en la cola del banco, lo que oyeron en el noticiero más visto de la televisión.

La mayoría dejó de ser silenciosa, al menos por tres días, y todos mostraron su alegría y su orgullo de ser argentinos. Por tres días, éste no fue un país de mierda, un país “que no es serio”, que “está aislado del mundo”, y donde todo “es un desastre” o “un escándalo”, donde no se puede “salir a la calle sin que te maten”.

El pueblo se animó a cantar y a bailar, mostró alegría, distensión, asombro, entusiasmo. Fue feliz. ¿Por qué será?

Por tres días nadie se quejó del caos de tránsito, nada colapsó, nadie provocó, no hubo crispación ni violencia.

Resulta que el pueblo tenía ganas de festejar.

¿No tendrían que replantearse el mensaje los medios masivos de comunicación?

1 comentario:

Recomenzar dijo...

Interesante tu forma de ver las cosas .Saludos desde la otra costa