El esclavo Esopo recibió de su amo Xanto la orden de ir al mercado a comprar lo mejor. Esopo volvió trayendo solamente lengua. “¿Esto es lo mejor?” preguntó Xanto. “Sin duda”, dijo Esopo, que no en vano era fabulista. “La lengua es el órgano de la verdad y la razón, y permite a los hombres entenderse entre ellos. La lengua nos une a todos. Sin la lengua no podríamos entendernos. Gracias a la lengua se construyen ciudades, gracias a la lengua podemos expresar nuestro amor. La lengua es el órgano del cariño, de la ternura, del amor, de la comprensión. La lengua hace eternos los versos de los poetas, las ideas de los grandes escritores”.
Pasados algunos días su patrón pidió a Esopo que fuera al mercado y trajera lo peor que encontrara. Nuevamente el sirviente compró sólo lengua. “¿Esto es lo peor?”, preguntó Xanto, y Esopo le dijo: “Nadie puede dudarlo. La lengua es el canal de la mentira, el chisme y las ofensas, el arma que usan los hombres para injuriarse. La lengua separa a la humanidad, divide a los pueblos. Es la lengua la que usan los malos políticos cuando quieren engañar con sus falsas promesas. Es la lengua la que usan los pícaros cuando quieren estafar. La lengua es el órgano de la mentira, de la discordia, de los malos entendidos, de las guerras, de la explotación. Es la lengua la que miente, la que esconde, engaña, explota, blasfema, insulta, se acobarda, mendiga, provoca, destruye, calumnia, vende, seduce, corrompe. Es por eso, señor, que la lengua es la mejor y la peor de todas las cosas”.
A veces pienso que pasa algo parecido con la política. Se suele culpar a la política de todos los males de la sociedad, cuando en realidad ninguna sociedad podría sostenerse sin ella. En la política se urden estafas, se engaña, se acumula poder, se miente, se manipula, se roba, se destruye. Pero con la política también se lucha, se resiste, se busca justicia y equidad, se adquiere dignidad, se desafía el poder, se brinda ayuda, se participa, se procura un mundo mejor, se construye.
Hay muchas personas que piensan que pueden vivir sin la política. Yo no soy una de ellas. Sin ser militante ni estar afiliada a ningún partido, gran parte del día lo ocupo en escuchar y leer a gente que piensa en la política, y eso produce en mi cabeza un interesante movimiento que me ayuda, entre otras cosas, a quitar la mirada de mi propio ombligo, lo que es un descanso. Tengo la suerte, también, de tener amigos y familiares con los que puedo intercambiar ideas sobre la política. Y eso me enriquece. También me agarro unas grandes rabietas, muchas veces. Lo cual confirma el paralelismo con el relato de Esopo: la política sería, en ese caso, la mejor y la peor de todas las cosas.
No se puede vivir sin la lengua, como no se puede vivir sin política.
1 comentario:
El error general es pensar que la política es un fín en sí mismo, y en cambio, es un medio. Con lo cual, como todo medio, puede ser utilizado para diversos fines, sin por ello definirse como "el medio para tal fin en si mismo" sino como el medio utilizado, en esa oportunidad, para ese fin.
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