martes, 26 de agosto de 2008
Libertad de los objetos II
No hay nada como las mangas de una camisa braceando libremente al viento, los faldones hinchándose de orgullo, oliendo a limpio, a frescura primordial. Parece mentira, pero hay sitios donde la ropa tiene vedada la posibilidad de secarse tranquilamente al sol. Hace poco, buscando en Internet uno de esos artefactos que sirven para colgar la ropa a secar en espacios reducidos, descubrí que hay un movimiento organizado que lucha por el derecho a tender la ropa al aire libre, algo que parece tan elemental y que, sin embargo, la mayoría de los consorcios de barrios privados prohiben, especialmente en los Estados Unidos.
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