viernes, 22 de agosto de 2008
Guía
La flecha señaló un lugar preciso en el espacio completamente vacío. Inmóvil, se dispuso a esperar todo el tiempo que fuera necesario. No había dudas con respecto a la trayectoria ni al objetivo hacia el que apuntaba; pero nada se veía en ese sitio. Sin embargo, la flecha seguía allí. Poco a poco, un movimiento se fue gestando en el lugar de destino, primero en forma invisible, como unas oleadas de calor que llegaban anunciando lo que vendría. La flecha seguía sin inmutarse. Entonces, unas líneas curvas y apretadas fueron alistándose una al lado de la otra, formando una línea, y luego otra, y otra, dando sentido al espacio en blanco, mientras la flecha, que había dejado de ser flecha y ya era un pequeño segmento de recta vertical, corría delante de las letras, siempre adelante, siempre marcando la dirección, sin poder ser alcanzada jamás.
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