Es el mismo lugar de siempre, pero suena distinto. Los ruidos, que antes se perdían entre los repliegues de texturas amables para hundirse como corresponde en la espesura mullida de papel y cartulina, ahora andan perdidos en el aire, cansados de buscar guarida sin encontrarla. Sin libros, la casa suena a cabeza hueca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario