sábado, 22 de diciembre de 2012

El fin del mundo

El segundo día después del fin del mundo cantó una chicharra. El segundo día después del fin del mundo crujieron las tablas de casi todos los pisos de madera. El segundo día después del fin del mundo resbaló el señalador en la página del libro olvidado a medio leer. El segundo día después del fin del mundo, las panaderías empezaron a atender a la hora acostumbrada. El segundo día después del fin del mundo maduraron los damascos y se abrieron los jazmines. El segundo día después del fin del mundo, al chico de la casa de al lado se le escapó la pelota al patio de la vecina. El segundo día después del fin del mundo se llenaron de gente los andenes de todas las estaciones de tren a la hora pico. El segundo día después del fin del mundo hubo una pelea callejera entre un peatón y un ciclista. El segundo día después del fin del mundo se encendieron las radios para escuchar las noticias y los televisores para ver la temperatura. El segundo día del fin del mundo se pareció muchísimo a cualquier otro día antes de que terminara el mundo.

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