Cuando a Obama le otorgaron el Nobel de la Paz, algunos pensamos que los miembros de esa academia lo hacían convencidos de que el premio iba a obrar como estímulo. Creyeron, tal vez, que Obama se iba a sentir un poco más obligado, para estar a la altura de la distinción, a contribuir con la tan vapuleada paz. No funcionó.
Lo de Guantánamo quedó en el olvido, los EE.UU. demostraron a cada paso que seguían siendo la fuerza militar más importante del mundo, y ahora festejan el empleo de métodos terroristas para abatir al que veían como principal enemigo, la encarnación misma del mal, el terrorista número uno del mundo. Tal vez estaban ansiosos por reemplazarlo en ese podio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario