martes, 6 de octubre de 2009

Consumidor promedio

—Buenas. ¿Tiene pensado?
—¿Eh?
—Digo, si tiene pensado.
—Si tengo pensado ¿qué?
—Bueno, lo que sea. Yo compro todo pensado. Compro todo lo que pueda conseguir, y hago stock. Así, cada vez que necesito una respuesta, una opinión, la busco ahí. Algunas están siempre arriba de la pila, las tengo repetidas.
—Y eso, ¿por qué?
—No sé, me las ofrecen y, qué sé yo, no me puedo resistir.
—Pero… ¿no es mucho más interesante que las piense usted?
—Bueno, puede ser, pero no tengo tiempo. Además, ya perdí la costumbre. Un día me di cuenta de que no sabía qué pensaba de un montón de cosas. Y descubrí también que hay mucha gente que está todo el tiempo diciendo lo que piensa. Usted prende el televisor, sin ir más lejos, y aunque no ponga el volumen, se entera de cómo hay que pensar. Esas frases que ponen en la parte de abajo de la pantalla, por ejemplo. Son muy útiles. Uno se las aprende sin querer, así, sin darse cuenta. Y después, cuando las dice, es fantástico, porque no se acuerda de que las vio escritas. Usted piensa que se le acaban de ocurrir, se siente ingenioso.
—Pero eso, ¿no es engañarse a sí mismo?
—Ahí está, ve. Usted ve todo lo negativo. Usted va contra la corriente, y eso no es bueno. Tiene que dejarse llevar. Haga como yo: compre todo pensado.

jueves, 1 de octubre de 2009

Soy escrita

Sólo se trata de confianza, me digo. De dejar que suceda. Como por las noches, cuando me vuelvo sobre el costado izquierdo y espero. Simplemente, espero. Y a la larga —o a la corta— el sueño llega. Así de simple.

Intento hacer lo mismo con otras cosas. Por ejemplo, para llegar a escribir. Nadie me obliga, no hay una función fisiológica que me imponga la necesidad de hacerlo. Pero siento que tengo que hacerlo. Entonces busco frases guardadas, claves, títulos, temas de archivo. Los miro por encima del hombro, con escepticismo y en ocasiones hasta con desprecio. La mayoría de las veces, desisto.

Pero hay momentos, como éste, en que no quiero darme por vencida. Trato de relajarme, de ver qué pasa, simplemente con el cuaderno y el lápiz a mano, como si de ahí pudiera salir algún efluvio mágico. A veces, muy pocas veces, sucede. Es decir: dejo que suceda. Y un infinitesimal grado de escritura me atraviesa fugazmente, dejándome con la sensación de que no alcanza, de que todo ha sido una ilusión, de que eso que queda ahí, para bien o para mal, nada ha tenido que ver con mi esfuerzo, ni con mi voluntad, ni con mis ganas.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Solidificación del miedo

Cuando, ya sea debido a procesos internos o acontecimientos graves del entorno, las glándulas del miedo se hipertrofian, segregan la sustancia que les da nombre sin poder detenerse nunca; y llega un momento en que el torrente general sufre un desequilibrio de todos sus componentes en desmedro de dicha sustancia. Si en ese momento hiciéramos un análisis de laboratorio, veríamos que esta sustancia, el miedo, sería la partícula que se encontrase en mayor cantidad, ocupando espacios que antes albergaban cuerpos líquidos, o a lo sumo viscosos.

Este fenómeno produce cambios físicos y químicos generales, haciendo que todos los elementos adquieran características parecidas a las del mencionado miedo en expansión. Paradojalmente, esa dilatación no licúa la materia de la que está hecha el miedo sino que, por el contrario, desencadena un proceso de calcificación en virtud del cual el miedo se vuelve cada vez más sólido, hasta alcanzar un estado de, diríamos, rigidez. Y ésta es la razón esencial por la que podríamos afirmar que, llegado a cierto extremo, el miedo paraliza.

martes, 29 de septiembre de 2009

Certeza

Sabe que está ahí, tiene que estar. En alguna parte, en el núcleo más oscuro y encerrado de su mente, seguro que hay un gran pensamiento. Algo original, inteligente y revelador. Una de esas ideas que expresan el verdadero talento creador. Qué digo el talento: el genio. Un pensamiento que, si pudiera salir a la luz, dejaría a todos con la boca abierta. En parte, por la incapacidad de la mayoría para entenderlo; y en parte por la enormidad, por la grandiosidad de su contenido, por su belleza más allá de toda comprensión.

Pero sabe también que, rodeando ese extraordinario pensamiento, hay una sarta de estupideces y de lugares comunes que ha ido cultivando durante toda su vida, que, fuertemente entrelazados, se encargan de asfixiar e impedir cualquier desplazamiento de esa cosa extraordinaria que él, con toda seguridad —cada vez se le hace más evidente—, debe estar albergando, quién sabe desde cuándo, en ese recóndito escondrijo de su cabeza.

Todas estas certezas, en lugar de afligirlo, le dan más fuerzas. Nadie más que él sabe de la existencia de ese pensamiento maravilloso, que ni él mismo conoce y que, probablemente, no conocerá. Pero sabe que está ahí, y eso le basta. Y lejos de dejarse ganar por la inquietud, acepta la realidad de los hechos. Su genio creador permanece oculto y a salvo mientras él deja salir, uno tras otro, pensamientos gastados, chatos y opacos, al mismo tiempo que esboza la acostumbrada sonrisa de superioridad que lo ha hecho famoso.

lunes, 31 de agosto de 2009

No sé si reír o criticar

Si se aprueba un proyecto de ley impulsado por el lobby conservador religioso, se podría recibir una pena de entre seis meses y dos años de prisión por criticar a un cura o pastor. ¿Qué es lo que está poniendo en evidencia esta iniciativa?

El hecho de que una diputada considere necesario reprimir esos actos, me hace pensar que en la sociedad hay unas ganas incontenibles de dar rienda suelta a esas críticas. No puedo evitarlo; la imagen directamente asociada a esta propuesta es una enorme cantidad de personas que se salen de la vaina por hablar mal de los curas. ¿No es un poco humillante para los representantes de la iglesia?

domingo, 30 de agosto de 2009

Unasur

Una de las tantas perlitas de la apasionante reunión de la Unasur del viernes 28 de agosto: para no quedar como antidemocráticos, todos los presidentes aprobaron (Lula a regañadientes) el pedido de Uribe de que la conferencia se transmitiera en su totalidad, en vivo y en directo. Como calcado de esas técnicas de algunas artes marciales en las que se usa la fuerza del enemigo como propia, a su debido momento el presidente Correa (que no tiene ningún desperdicio) aprovechó esa situación para hablarle directamente al pueblo de Colombia, haciendo referencia a los engaños y a las propuestas mentirosas que planteaba su presidente con respecto a la instalación de bases militares y a la lucha contra el narcotráfico. En medio de una exposición apoyada en datos gráficos y numéricos que se proyectaban en las pantallas, miraba de pronto a cámara y decía así: “pueblo de Colombia”, en una cordial pero firme rectificación que a Uribe, a juzgar por la expresión de su rostro, no ha de haberle gustado nada.

Lo que me sorprende es que ningún periodista, ni aquéllos que sigo habitualmente, haya levantado esta acción. ¿Estaré viendo demasiadas cosas?

miércoles, 29 de julio de 2009

Golpistas. Así, como suena.

No, no son destituyentes. Basta de eufemismos. Son golpistas. Los bienintencionados muchachos de Carta Abierta son demasiado educados para calificar a estos energúmenos que ha parido la última etapa democrática.

Hoy, la derecha es la misma en toda América Latina: en Honduras, en Ecuador, en Venezuela, en Bolivia, en Paraguay y aquí, en la República Argentina. Tienen los mismos objetivos de dominación y poder. Quieren esclavos a quienes dar órdenes, se trate de peones o de diputados. Nada ha cambiado. Y parece que se cansaron de disimular. Tanto, que ya me está entrando pánico.

El retroceso histórico del reciente golpe en Honduras no es algo para ser mirado como un hecho aislado que sucede en un paisito lejano y extraño. Es más: acabo de enterarme de que si bien los hondureños hablan con acento caribeño, usan la conjugación rioplatense (“sos” en lugar de eres). El golpe de Honduras tiene un costado ejemplificador. Cuanto más tiempo logre mantenerse, mayores oportunidades hay de que se repita en otros estados. Aquí ya hay voces tratando de hacer que se vea como un “conflicto” entre dos partes. Y hay muchos a los que les gustaría borrar de un plumazo no a uno, sino a varios presidentes. Por lo menos a dos: Chávez y Cristina Fernández. Hace unos días, el empresario del cuello tatuado sugirió que justificaría un golpe contra Chávez.

Hoy, más que en otros momentos, se vuelve claro el significado de una vieja palabra: “reacción”. Sí, la derecha reacciona. Ve a un presidente que se preocupa un poquito por los sumergidos, y reacciona. Se ve venir medidas fiscales que podrían achicar un poco sus enormes ganancias, y reacciona. Advierte que el Estado está tratando de hacer honor a su esencia, y reacciona. Aquí, en Bolivia, en Venezuela, en Honduras y en donde sea.

Leo en Página 12 que ayer, en la reunión de la Comisión de Agricultura, los representantes del “campo” impidieron el tratamiento de cualquier otro tema que no fueran las retenciones, con argumentos que intentaban ser persuasivos de una manera que es, por lo menos, poco elegante:

“El 80 por ciento del país votó en contra de este gobierno y dijo estar a favor del campo, así que ellos tienen que hacer lo que nosotros queremos”, señaló un ruralista.

–Pero lo que ustedes están proponiendo es como un golpe de Estado –respondió Macaluse, con cara de sorprendido.

Obviamente, la respuesta no se hizo esperar.

–No, para nada. Lo que pedimos es un impeachment (revocar el mandato presidencial). Eso sí es legal –aclaró, como si nada, el ruralista.”

Si eso no es golpismo, el golpismo dónde está.