miércoles, 18 de noviembre de 2009
Tengo miedo
El mundo se ha vuelto muy peligroso. Dicen que andan sueltos por la calle seres irracionales e insensibles, disfrazados de personas buenas, pero capaces de hacer mucho daño. Conozco algunos de los nombres: Mirtha Legrand, Marcelo Tinelli, Susana Giménez. Hay algunos más, pero no son taaan famosos, y eso los hace un poquito más inofensivos.
Libertad provisoria
Dejó escapar un grito. Dejó escapar un gemido. Dejó escapar un exabrupto. Dejó escapar una protesta. Dejó escapar un resoplido. Dejó escapar un sarcasmo. Dejó escapar un quejido. Dejó escapar un insulto. Dejó escapar un elogio.
Gritos, gemidos, exabruptos, protestas, resoplidos, sarcasmos, quejidos, insultos y elogios anduvieron por ahí alegremente, disfrutando de su recién adquirida libertad, hasta que a alguien se le ocurrió, nuevamente, que había que reprimirlos.
Gritos, gemidos, exabruptos, protestas, resoplidos, sarcasmos, quejidos, insultos y elogios anduvieron por ahí alegremente, disfrutando de su recién adquirida libertad, hasta que a alguien se le ocurrió, nuevamente, que había que reprimirlos.
miércoles, 11 de noviembre de 2009
Seres vivos sin fronteras parte II
Esta tarde, cuando volví de la calle, descubrí con tristeza que habían podado (sí, podado) la acacia de flores aromáticas. Por lo visto, mi vecina sí conoce de títulos de propiedad. Adiós, ramas perfumadas. Adiós.
martes, 10 de noviembre de 2009
Seres vivos sin fronteras
Mi terraza —o patio, nunca sé cómo llamarla— recibe visitas.
Hay tres gatos que suelen atravesarla por turnos, la mayoría de las veces haciendo equilibrio en el borde de las medianeras, como parte de su recorrido depredador. No se quedan: no hay roedores, y tampoco los invito a entrar. Simplemente, me gusta mirarlos.
Los pájaros parecen haberse convencido de que no los voy a molestar, y no sólo pasan volando sino que se posan en las baldosas rojas, buscando semillitas, o en las macetas, donde tratan de cazar lombrices.
Por la pared derecha, cubierta en parte por una enredadera cuyo crecimiento he decidido no interrumpir, se asoman varios penachos de un árbol que creo haber identificado, Google mediante, como una acacia de madera negra. Está florecida, y el aroma es exquisito. Nadie me impide cortar algunas ramitas y ponerlas en un vaso alto sobre el escritorio. Gracias a ese estallido floral, una brigada proveniente de un enjambre de abejas de domicilio desconocido aporta su presencia interesante. Las miro con respeto, espero que se vayan para cortar flores.
Ninguno de estos seres vivos me pertenece: viven por su propia cuenta, o bien a expensas de los cuidados de mis vecinos. Pero eso no parece importarles a ellos, y tampoco a mí. La naturaleza no sabe de títulos de propiedad.
Hay tres gatos que suelen atravesarla por turnos, la mayoría de las veces haciendo equilibrio en el borde de las medianeras, como parte de su recorrido depredador. No se quedan: no hay roedores, y tampoco los invito a entrar. Simplemente, me gusta mirarlos.
Los pájaros parecen haberse convencido de que no los voy a molestar, y no sólo pasan volando sino que se posan en las baldosas rojas, buscando semillitas, o en las macetas, donde tratan de cazar lombrices.
Por la pared derecha, cubierta en parte por una enredadera cuyo crecimiento he decidido no interrumpir, se asoman varios penachos de un árbol que creo haber identificado, Google mediante, como una acacia de madera negra. Está florecida, y el aroma es exquisito. Nadie me impide cortar algunas ramitas y ponerlas en un vaso alto sobre el escritorio. Gracias a ese estallido floral, una brigada proveniente de un enjambre de abejas de domicilio desconocido aporta su presencia interesante. Las miro con respeto, espero que se vayan para cortar flores.
Ninguno de estos seres vivos me pertenece: viven por su propia cuenta, o bien a expensas de los cuidados de mis vecinos. Pero eso no parece importarles a ellos, y tampoco a mí. La naturaleza no sabe de títulos de propiedad.
lunes, 9 de noviembre de 2009
Descubrimiento de la madurez
Lucía, de seis años:
—Mamá, ¿por qué los niños cuando crecen ya no son más divertidos?
—Mamá, ¿por qué los niños cuando crecen ya no son más divertidos?
miércoles, 4 de noviembre de 2009
África mía
Sólo a la especie humana se le podía ocurrir virar al blanco después de miles y miles de años bajo el sol.

martes, 3 de noviembre de 2009
Noventa y ocho nietos
Apareció el nieto número 98, alguien que ni siquiera sospechaban que existía. Viva el análisis de ADN. Vivan las Abuelas, que le prepararon el camino para llegar.
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