La libertad no se encuentra, como podría suponerse siguiendo una lógica lineal, suelta (o sea, en forma libre). Por el contrario, viene dentro de ciertos agentes que, con el correr del tiempo, sufren modificaciones, en virtud de las cuales su cuota de libertad experimenta un proceso que podríamos catalogar como vitrificación, algo que puede producirse por medio de calentamiento o enfriamiento muy rápido, o mediante la mezcla con un aditivo, como por ejemplo el contacto con otros agentes mayores que él. Una vez vitrificada, la libertad tiene muy pocas posibilidades de expresarse.
Pero en esas primeras etapas, ay, qué maravilla es verla desplegarse en todo su esplendor, mezclando colores sin ningún prejuicio, ignorando las reglas de la educación, hablando en todos los idiomas y en ninguno, ensuciándose las rodillas, pringando los muebles con caramelo y mirando el mundo desde abajo, sin que esto tenga importancia porque, después de todo, es libre de volar por donde le plazca.
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