En este momento me gustaría tener una especie de megáfono gigante para pedir calma. Para decirle a “la gente” (esa categoría anodina que hemos sabido parir en las últimas décadas) que trate de bajarle un poco los decibeles a la voz de los medios que dominan hoy la comunicación.
Periodistas famosos de los canales de TV del grupo Clarín o de América, columnistas destacados de La Nación, redactores obedientes o convencidos de Clarín (e inclusive algún medio del exterior, como El país de España, del grupo Prisa) parecen hoy hermanados en una escalada enloquecida de vaticinios delirantes y, sobre todo, malintencionados.
Con el propósito de seguir soliviantando los ánimos, alimentan el miedo con una constancia que excluye cualquier casualidad. Parecen seguir un plan: sembrar el terror. La delincuencia, el dengue, la gripe A, la supuesta violencia de algunas organizaciones sociales o piqueteras, cualquier recurso es válido dentro de ese plan, cuya expresión más descarnada son las expresiones alucinadas de la doctora Elisa Carrió, multiplicadas por cuanto micrófono se le ponga por delante.
Y todo esto, por no hablar de las cadenas de e-mails surgidos de fuentes anónimas, pero en las que no es difícil adivinar, no ya una mano golpista, sino explícitamente antidemocrática. ¿Por qué no nos paramos a pensar un poco?
Perdón por tanta adjetivación, pero necesitaba decir esto.
1 comentario:
Hola, Luisa:
Creo que podría firmar tu entrada "Terrorismo mediático", sólo que yo lo diría a mi manera... como Frank Sinatra.
Bueno, vamos creciendo y aprendiendo.
Abrazote
Ana de Villa Crespo
la "diarera"
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