Hay sensaciones que son inconfundibles. Por ejemplo, yo podría identificar sin lugar a dudas, aun con los ojos vendados o a oscuras, el tacto suave y pegajoso, y la presión blanda, oscilante a causa del leve batir de unas alas desmesuradas para el tamaño del cuerpo, de las patas de una mariposa sobre mi dedo índice.
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