domingo, 15 de febrero de 2009
Atributos físicos de la felicidad
Un día descubrió que la felicidad era elástica. Midió la suya: en ese momento tenía sólo dos centímetros. Tiró de los extremos y consiguió estirarla, pero sólo un poco. Desde esa vez, todos los días hacía el intento de probar la elasticidad de su porción de felicidad, y así fue como llegó a una serie de conclusiones interesantes. Los días de sol, especialmente aquellos en los que había conseguido hacer las paces consigo mismo por un rato, se extendía más. Los días de tormenta, en cambio, o los momentos difíciles en los que todo parecía conspirar contra la realización de sus deseos, se encogía hasta desaparecer de la vista casi por completo. Pero aprendió algo más importante todavía: hiciera lo que hiciera, o sucediera lo que sucediese en su vida –hechos venturosos, desdichas, golpes de suerte o casualidades desafortunadas– su reserva flexible de felicidad nunca pasaba de un máximo de cuarenta centímetros, ni de un mínimo de dos milímetros. Por lo menos, sabía con qué podía contar; que no es poco.
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