Hace algunos años, antes de que Mauricio Macri se convirtiera en jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, aparecieron unos afiches cuyo propósito era convencer a los dueños de perros de que no dejaran la suciedad de sus animalitos en la calle. Era una frase muy simple: “Tu perro, tu caca”. No sé si tuvo algún efecto, pero el significado era muy claro: si lo que está ahí salió de tu perro, llevátelo o tiralo a la basura, pero no se lo impongas a los demás. Hoy, tras la designación de Abel Posse como ministro de Educación de Buenos Aires, se me ocurre que podemos decirle a Macri algo muy parecido: tu ministro, tu caca.
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